¿En qué medida formo parte de una hipotética generación Martín (Hache)? Para quien no haya visto la peli: sentirse encerrado entre la presión para estudiar, trabajar y hacerse mayor y la necesidad de aceptar que es imposible hacerlo sin tener antes el valor de saber quién es uno. La peli sólo se salva por sus actores y su guión (Federico Luppi es un actor monumental), y aunque tiene grietas donde se pierde sentido a borbotones, los diálogos mantienen una tensión de teatro decimonónico que me recuerda lo mejor del tándem Bacri y Jaoui en Francia.
N. me cuenta muchas cosas por teléfono, y yo mantengo mi afán sedentario y libresco, aún pensándome como un pelotudo con ganas de soñar que el camino no tiene porqué ser el indicado. Es uno de los aspectos que creo que más nos importan: huir de la definición que empobrece, de la vocación supuesta y exigida sin cesar, abandonar casi toda sensación de culpa por no haber entrado. ¿Para qué entrar como soldado en la batalla de los sacerdotes, cuando ya somos sacerdotes y actores de una ínsula más bella ?
Querida Taliba, confío en que webislam como tal siga resultándome siempre interesante. Yo me planteo rezar un salat si voy a Córdoba en la Mezquita-Catedral, para que no sea para nadie más que para Al-lâh un rezo que se apropia siempre alguien cuando es en una mezquita especializada. Sólo la Mezquita de Córdoba es suficientemente pura para un rezo público. La pureza no está en las abluciones, sino en las situaciones. Para impureza, prefiero asumir la literaria.
Menudo desastre supone la televisión nocturna en los canales locales: la exposición de la obscenidad se generaliza a partir de ciertas horas. Cuando era pequeño, la obscenidad había que ir a buscarla. Hoy hay que escapar de ella. Mientras, el verdadero erotismo desaparece del cine contemporáneo. La gran victoria del puritanismo: reducir la seducción en violación consentida, filmada y pagada.
Me refugio en Al-lâh el Misericordioso, piadoso de piedad. Ia Al-lâh, abre las puertas de la perfección a los que buscan en los oscuros pasillos del espectáculo, entre simulacros de focos, la luz de tu lámpara de aceite mubâraka. Ia Al-lâh, guíanos y conducenos en tu vía recta, amîn.
Mezquita de Córdoba, sacada de aquí.
Walaicum Salam.
Precisamente después de tanto ir y venir asociativamente, empezaba yo a preguntarme qué rayos pinto yo en ciertas historias. Echo de menos el silencio del Zen. Pero mucho.
Respecto de la salat, se puede hacer desde ya: mientras el espacio del rezo público llega, ¿quién sino Allah es el Receptor de nuestras oraciones? Así pues, ¿será menos válido el recuerdo silencioso ahora que el que pueda venir en el futuro? Más allá: ¿será menos válido el recuerdo silencioso del musulmán que aún no sabe que lo es cuando pasea entre las columnas y se admira? Lo dudo.
Al-hamdu li-l-lâh,
Sabias palabras. La tensión entre sinceridad y apertura se establece en esos términos: silencio, amiración, recuerdo, introspección. Que te llene Al-lâh de vida y barâka.
Y tú que lo veas, resalao 😀 (o lo que es lo mismo, gracias y Eid Mubarak!)