Tres son las maneras de abordar un poema, desde su inventio, su dispositio y su elocutio.
Así, por ejemplo un breve epigrama:
Cuando no puedo excederme tanto
que me mato
comienza el gris del frío.
¿Qué es la fidelidad?
El liberinaje sería…
La temática (primer enfoque), básicamente, aborda las ubicaciones románticas del creador: el propio límite en su énfasis, la frontera entre la vida y la muerte, la semántica de lo oscuro y del desamparo. Después, en la ambivalencia del concepto de fidelidad, se da paso al desgarro escapista, y a la irreverencia de la provocación. Es pues un epigrama neorromántico.
La estructura formal, en consonancia con la inventio, es ciertamente tendente sa la descomposición. Versos poco equilibrados, rupturas, elipsis, que crean un ritmo sin patrón y entrecortado. En cierto modo, es una dispositio en ausencia.
Finalmente, la elocutio es igualmente pobre, en tensión con los hálitos apasionados. Pocas imágenes, ninguna metáfora ni metonimia, ni siquiera un hipérbaton. Los límites del poema se concretan en esta falsa elaboración retórica, más dependiente de la oralidad y del efectismo de la pregunta y de la hipérbole sobre la propia extinción.
Lllamar así epigrama a este poema es una forma de encajarlo en la forma más directa de la poesía grecolatina. Su carácter neorromántico y abierto lo ponen en un estadio indefinido entre la voz de vuelta de las tradiciones imperantes en el siglo XX, y la voz ingenua del argonauta en su cóncava nave…