La belleza está en las personas y en su forma de hablar. La riqueza es como una biblioteca: no vale nada si no se usa. Los cursos con Helena de Carlos y esta semana con Amaia Arizaleta graban en mi mente la imagen de una Universidad anteutópica y queertés.
Mi madre me aconseja creerme algo: alguien puede haberme llamado.
Mi hermano me enseñó un parque magnífico, con la restauración de un cementerio, desde donde se ve Santiago de Compostela justo de espaldas, y no de frente como hace eternamente Ramón de Valle-Inclán.
Ya se acabarán los saltos en las pistas ski, para abordar las costas de Tiro con el deseo de Apolonio.