Entre los poetas andalusíes, uno de los recursos retóricos más destacados por los más neoclásicos es la alusión a aleyas coránicas, que se citan a veces con pequeñas variaciones. Por un lado, se crea así un efecto de sorpresa y agrado entre el auditorio, y por otro, se hace explícito la subordinación del poeta y su poesía al texto divino. Así, estos dos versos de Ibn Sahl, con la traducción que propongo:
قد كتبَ الحسنُ على خدهِ إنا فتحنا لكَ فتحاً مبينْ
يا قَلْبُ إن مِلتَ إلى غيرهِ ما أنْتَ إلاّ في ضلالٍ مُبينْ
La belleza dejó escrito en su mejilla
“Nos te hemos abierto clara conquista (C:48:1)”
¡Tú, corazón! si te inclinas de amor por otro
“Andas totalmente fuera del buen camino (C:36:47)”
El uso de este recurso puede confirmarnos si un poeta recibió una educación esmerada -como sabemos que fue el caso de Ibn Sahl-, o si por lo contrario se formó como juglar, especializado en canciones de tipo zejel. Es cierto que la mayoría de la poesía andalusí conservada es lógicamente culta, propia del mundo de la escritura, de la cultura de la antología. Sin embargo, la existencia misma de las jarchas y los zejeles, así como de las muwashshahât, demuestra el interés por emular lo vulgar.