Difícil es traducir, esta conclusión tan acertada: nuestro momento, nuestra época, ha llegado, está llegando, ahora es nuestra hora. En cualquier caso, la capacidad oratoria del candidato a la presidencia de los EEUU , Barack Obama, no ha perdido nada de impulso. El discurso pronunciado en Filadelfia, entre otros muchos disponibles en YouTube, confirma que tras el «Sí, podemos», Obama ya piensa con el presente, ya es el espejo de lo que el pueblo americano quiere ser: un pueblo orgulloso de sus buenas acciones pero sobre todo guardián de su buena conciencia. Un pueblo que no soporta más la liquidación de la sanidad y de la educación, y que exige justicia y solidaridad, que quiere acabar con la guerra y construir paz y desarrollo, que quiere luchar contra el cambio climático y la contaminación. Un pueblo que quiere ser libre y próspero, abierto al mundo y reflejando lo mejor de todos. Quienes dudaban aún de su solvencia para imponer los cambios que necesita el país más rico y más influyente del mundo podrán comprobar como de un obstáculo – el fatalismo pesisimista y divisorio de su amigo Jeremiah Wright- sabe Obama comunicar ánimos a toda la sociedad. Las diferencias de clase, religión, raza y género confluyen en su discurso, con naturlidad y optimismo, con exigencia y determinación. La unión que invoca es la colaboración de los que son compatriotas siendo diferentes. La nación no está para dividir, sino para unir a todos y avanzar cara al futuro. Eso es lo que Obama repite y lo que los americanos quieren cumplir.
Para los escépticos, las confesiones, explicaciones, aclaraciones, son siempre sospechosas y mentirosas. Para los cínicos, el entusiasmo y la sinceridad son despreciables e irrisibles. Para los más codiciosos, que Obama defienda postulados izquierdistas es una aberración y una insolencia. Pero para los trabajadores, las madres, los inmigrantes, los jubilados, los estudiantes y los funcionarios, la ilusión es algo valioso que construimos cada día, y en lo que no sobra nunca una colaboración más. La ilusión acompaña nuestras vidas para seguir queriendo superar y mejorar el presente, más allá del bienestar personal. La ilusión es lo que permite pensar soluciones ambiciosas y rechazar con toda la conciencia y el Estado la injusticia y el crimen. Tras ocho años de reino del oscurantismo de Bush, Cheney, Rumsfeld y la compañía Halliburton, los demócratas quieren coger el timón y guiar el barco hacia otro horizonte, y Obama está preparado para ser el capitán de ese navío, junto con los demás barcos de la comunidad internacional, la ONU y las organizaciones de la sociedad civil del mundo entero.
¡Nuestro momento es ahora!