Se anunció la necrología del poeta de la ultramar francesa Aimé Césaire, que leí con emoción en Ginebra. Pensaba traducir unas estrofas del poema Cahier d’un retour au pays natal, pero creo mejor simplemente citar su voz original, pp. 55-6, según la edición de 1983 publicada por Présence africaine en París:
Et mon original géographie aussi; la carte du monde faite à mon usage, non pas teinte aux arbitraires couleurs des savants, mais à la géométrie de mon sang répandu, j’accepte
et la détermination de ma biologie, non prisonnière d’un angle facial, d’une forme de cheveux, d’un nez suffisamment aplati, d’un teint suffisamment mélanien, et la négritude, non plus un indice céphalique, ou un plasma, ou un soma, mais mesurée au compas de la souffrance
Que Al-lâh lo acoja en su rahma. Que los jóvenes lean su poesía y la entiendan, para que el legado humano y estético siga fertilizando la tristeza con más belleza. Para que la humanidad se mire al espejo con valor y deseo de perfección, y transmita su empatía con el rostro del otro. Para que la profundidad de la creación no sucumba ante la indiferencia y el olvido del pasado.