Bismil·láh al rahmán y rahim
El feminismo formulado en el espacio cultural occidental ha ido transformándose según avanzaban las sociedades y según las prioridades de cada situación. Así pues, de la lucha por los derechos cívicos básicos para las mujeres, se dio paso a la definición del género como concepto político, que abría el paso a la deconstrucción filosófica de los fundamentos homosociales de la democracia burguesa. Más tarde, dicha deconstrucción se ha ido canalizando, lógicamente, hacia la atomización de las variantes específicas (económicas, políticas, sociales, sexuales, demográficas, medicocientíficas, culturales, etc.) del concepto de género, y el cuestionamiento de los parámetros aún imperantes bajo el paraguas de la igualdad formal de la sociedad occidental, donde la maternidad es una política de Estado, más que una decisión libre e individual de las madres, donde la farmacopornografía estipula las formas que debe adoptar la sexualidad, y donde en respuesta el pensamiento feminista confluye con la teoría queer, para introducir la sospecha en el corazón mismo del sistema, allí donde llegan con más persuasión los mecanismos espectaculares de adecuación de las cualidades ontológicas de la humano a los designios corporativos del capitalismo del siglo XXI.
Frente a la vanguardia de este feminismo que confluye con el activismo queer, el feminismo islámico se enfrenta aún a formas mucho más tradicionales de machismo sistemático homosocial, pero no por ello menos peligrosas para la vida y la emancipación de las mujeres y los hombres. Es llamativo cómo las luchas específicas de Wajiha al-Huwaider y otras mujeres en Arabia Saudí interpelan más a la propia sociedad que al gobierno monáquico de la casa de Al Saud. Me voy a permitir un inciso: uno de los leit-motiv más recurrentes de nuestra crítica en nuestros espacios de opinión libre de las formas políticas del mundo islámico contemporáneo ha sido la denuncia sin ambigüedades del wahhabismo institucional imperante en Arabia Saudí. En efecto, el sistema legal saudí parece recoger todo lo peor de las políticas discriminatorias machistas. Sin embargo, y creo que es el punto que ahora conviene destacar, este sistema legal no se mantiene solamente por la represión del gobierno saudí, feroz en muchos casos, pero no más que la de otros países árabes, como Egipcio o Siria. He podido tratar con jóvenes parejas saudíes en Ginebra, y lo que sale a relucir en ciertas ocasiones es que forman una pareja que se ama, en la que la mujer habla mejor inglés que el marido, parejas en las que comparten intereses de ocio y culturales, y que serían amistades absolutamente encantadoras de vivir en países democráticos que les permitieran hablar con plena libertad. Pero conocer esas parejas confirma que la sociedad no presiona al gobierno para que modifique su sistema legal. Así, la casa real no se plantea acelerar los cambios, porque teme descontentar a sus súbditos varones y erosionar el consentimiento tácito que éstos otorgan a la monarquía absoluta. Dicho de otra forma: por un lado cuando criticamos al gobierno saudí, ahorramos a sus súbditos la parte de responsabilidad por el estado de cosas, y por otro lado, obviamos que ese gobierno no es el obstáculo mayor para las reformas sino el orden de ventajas machistas que el sistema garantiza. Aunque hablar de ventajas es tan torpe como necesario: ¿es una ventaja para un hombre imponer su heterosexualidad sin diálogo a una pareja sumisa? ¿es una ventaja para un hombre tener que responder constantemente de los actos y atender las necesidades de movilidad de las mujeres que tutela? ¿es una ventaja para un hombre exponer a la aprobación social su competencia sexual obligada renovando con una pareja heterosexual más joven el calvario del aplastamiento de su voluntad, tal y como tuvo que hacer con su primera esposa? Lo dudo mucho. Y si lo dudo yo, no tengo elementos objetivos para pensar que la misma duda no recorra las conversaciones angustiadas, desalentadas y avergonzadas de los saudíes que se sinceran por fin a sus amigos de máxima confianza. En esta situación, conviene hablar de miseria sexual que afecta de lleno a ambos géneros, aunque su espectacularidad se concentre en las mujeres.
Más allá de este caso de Arabia Saudí, que se puede extrapolar tanto a otras monarquías del Golfo como a la República Islámica de Irán o a Afganistán, los contextos en los que brota el feminismo islámico determinan unas coordenadas sociales, culturales y estéticas radicalmente dispares a las que siguen imperando en el feminsimo formulado en ámbitos occidentales. El feminismo islámico no articula ni una contracultura, ni un fenómeno generacional, ni un legado postmoderno e implícitamente ateo. El pensamiento queer no está excluido, como demostró en su ponencia Asra Nomani en 2006 o como lleva años trabajando Irshad Manji desde Canadá, pero no recoge de las fuentes anglosajonas y francesas más que los elementos teóricos, no las experiencias biográficas que tanto determinan la propia literatura queer. Tiene todo ello sus ventajas y sus inconvenientes. Por un lado, el carácter islámico del feminismo islámico, incluido el queer jihad, no promociona el componente de exposición autobioficcional de los sujetos que lo pronuncian, de forma tal que se atenúa la generación de falsos debates de índole superficial, como los efectos de transgresión auspiciados por el capitalismo del consumismo de las modas. Por otro lado, este mismo carácter que para el caso podemos objetivamente llamarlo pudor produce interpretaciones erróneas tanto entre los sujetos a los que se dirigen su crítica, léase los varones musulmanes inscritos en el orden homosocial, como entre los actores de su articulación en el mundo occidental, puesto que se confunde este pudor con una actitud timorata, incluso complaciente con el orden de cosas. El escándalo, elemento esencial del sistema del espectáculo, queda en manos de los reaccionarios, mientras que el discurso lucha lentamente al mismo tiempo con y contra la tradición y la eliminación espectacular del verbo tradicional. En este dilema, las posiciones personales de dos ponentes árabes invitadas ilustran por su disparidad la variedad de respuestas que hasta la fecha se han formulado. Si por un lado la Ministra Shaaban acepta tácitamente la dictadura del Baaz sirio para encontrar su espacio de acción, la activista al-Huwaider opta por la retoma de los postulados poéticos de Qabbani bajo contenidos explícitamente antiárabes, con la peligrosa posibilidad de que sean recuperados por el belicismo usamericano; y en última instancia, vemos a la profesora Mernissi, en una reciente entrevista para el semanario del domingo de El País, elogiar a Ibn Hazm evacuando de este pensador andalusí la unidad homosocial de su sistema de valores, unidad que no rompe sino que cristaliza la represión de la propia queertesía que paradójicamente genera, por mucho que las facetas sensuales sirvan para apoyar el discurso sensualista de la escritora marroquí. Un dilema, tres respuestas, cada una específicamente anclada en los contextos islámicos. Nunca es más evidente decir, como conclusión para esta puesta en escrito de notas sobre feminismo islámico, o feminijtihad, de cara al próximo congreso, que el feminismo islámico es sobre todo feminismos islámicos convergentes en feminismo e islam.
Espero abordar en próximos posts otras facetas introductorias para preparar el Congreso, in shâ’ Al·lâh.
Actualización: He reproducido este post reescribiéndolo con el anterior en webislam, con el título explícito Cara a cara: feminismos, queertesías.
Bismillah
Salaam, Aben, no sé qué puedo añadir que no hayas dicho ya tú solito.
En general, y creo que me repito, empiezo a estar harta de los congresos en general, y los de minorías en particular, donde todo invitado debe ser un «cerebrito». En el último congreso, la mejor de todos, Ndeye Mu’alimati aparte 😉 fue una señora de Senegal que llevaba una asociación chiquitita y que había convencido a su marido de compartir las tareas del hogar porque ella, como líder, tenía otros compromisos. Toma revolución.
salam Taliba,
Escuché en directo, mâ shâ’ Al·lâh. De todas formas el programa promete de verdad.
En cuanto al texto, hice un collage de los dos últimos posts y le puse como título
«Cara a cara: feminismos, queertesías», y lo mandé a webislam a través de «Yo, periodista», pero no lo publicaron hoy. Tal vez mañana, in shâ’ Al·lâh.
Gracias, barâka l·lâh fîk.
Barâka l·lah allaiky 😉
Tendré a Ndeye sobre aviso.
Querido Abenyusuf:
De que feminismo estamos hablando? lo que tenemos es un intento de adoptar un termino y incorporarlo al dialogo social para dar una imagen de actualidad y desarrollo social, Las mujeres musulmanas independientemente de su raza ,están confusas, ponen el cuchillo en manos de la sociedad y arrastran sus muñecas sobre su hoja afilada.
Quien educa y quien sufre? es un ciclo vicioso, la víctima confunde sacrificio con automutilación….la moralidad es sujeta a todo tipo de cirugías estéticas, de hecho ya no sale de la sala de operaciones , cada hora un nuevo cirujano con una nueva teoría se incorpora al equipo!!!!
no se trata de hacer leyes o cambiar la legislación, aunque gritas a voz alta a todos los vientos que la national geography e el Jazira han clasificado a la mujer como ser humano , nadie te escuchara, porque las mujeres musulmanas no se consideran mujeres mientras tengan las orejas abiertas y el cerebro operativo, sufren un proceso de lavado cerebral en el que pasan a ser maestras en el arte de convertir a sus semejantes en clones ideológicos y creen que defender a sus tribus empieza por una autodestrucción (la llaman sacrificio en mi tierra).
Cuando era pequeña culpaba a los hombres, ahora mismo culpo a las mujeres porque soy mujer y se que si una lo quiere, puede forjarse un destino digno.
Houda
Estimada Houda,
Voy a serte todo lo sincero que pueda. Creo que tu crítica no está suficientemente argumentada. Retomaré ciertos puntos: «imagen de actualidad y desarrollo social», para hablar del feminsimo islámico, es injusto, en la medida en que hay hoy en día múltiples acciones y posiciones concretas que ni son abstractas, ni están dirigidas solo a los medios de comunicación, y que se sitúan en contextos humanos muy reales. No se trata por tanto solo de imagen.
No todas las mujeres musulmanas están confusas. Si lo dijera yo, me tacharían con razón de esencialista, de paternalista, incluso de machista. Acepto que hay grandes tensiones y que por motivos históricos, muchas mujeres musulmanas carecen de la formación técnica que les permita apoderarse plenamente de su destino, pero hay miles, por no decir millones, de mujeres musulmanas que tiene las ideas muy claras y no están dispuestas a callarse ni a quedarse paradas para siempre, por culpa de una inquebrantable confusión.
Por supuesto que hay que cambiar leyes: en Marruecos, despenalizar totalmente la homosexualidad, en Argelia, adoptar la plena igualdad de derechos entre hombres y mujeres, en Túnez, establecer unsistema multipartidista y plenamente democrático, y así con todos los países, y también dentro de los países occidentales, qué duda cabe.
Ser pocos o pocas, una observación objetiva, no es lo mismo que no ser nadie, al·hamdu lil·lâh. Y no todas las mujeres musulmanas luchan contra ellas mismas desde los mecanismos psicológicos de autorepresión sexista. La autodestrucción es un problema evidente, intrínseco a la elaboración de la exclusión homosocial, pero el fatalismo no debe llevarnos a verlo todo en términos de «sálvese quien pueda», o individualismo ilustrado. Lamento disentir, aunque en la viariedad de opiniones siempre hay riqueza.
Wa-Al·lâhu A3lam.
Atentamente,
Estimado Abenyusuf;
He estado en la lucha por la igualdad ( no me gusta este termino , me parece que Justicia social es más adecuado para la situación actual) desde que mi madre puso en la nevera una lista de tareas que no implicaba en ningún sentido a mi hermano!!! hablo desde dentro no estoy contemplando un panorama ajeno a mis raíces, déme un solo ejemplo de una mujer musulmana que ha hablado alto y claro dejando de lado todos los tabú para pedir el establecimiento de un sistema social totalmente justo? sin excepciones y sin dogmas….has la señora Mernissi parece sufrir un desdoblamiento de personalidad, lo que escribe no tiene nada con lo que dice, me decepciona cada vez que escucho una de sus entrevistas, la mujer militante que no teme a nada desaparece repentinamente cuando tiene a una cámara y un entrevistador, y otra mujer de argumentos incoherentes toma posesión de sus palabras.
Podemos hablar de light feminismo en el Islam cuando la mujeres sepan que la CHARIÀ no es el CORÁN y que EL IJTIHAD puede cambiar leyes aunque sean establecidas como leyes directas en el CORÁN, Empezando por la herencia, el divorcio, TAÂA…etc
Militando por los derechos es un proceso de no concesiones, tienes que pedir 500% para que te otorguen 50%, las mujeres musulmanas piden 10% y festejan el día en que se les otorga el 0.01%.
Los argumentos son realidades diarias, si los voy listando estaría aquí para siempre, hay que tener en cuenta que la frase misma de Feminismo Islámico es un poco errónea, la historia de mi religión es poblada por ejemplos de anti-feminismo, no es por la religión si misma tanto que por como la gente la ha interpretado y incluido en los sistemas sociales, la desigualdad es una herencia que estuvimos arrastrando desde que El Sahabi Ali se negó a la idea de la participación de las mujeres en la guerra, ya que las mujeres eran GHANIMA y suponía un ingreso importante de la guerra, si las mujeres salían a luchar ganaban GHANAÊM serian iguales a los hombres, y ALI era un Ortodoxo y conservador en este aspecto.
La ignorancia que sufre nuestra comunidad es una ignorancia histórica, si el corán se explicaba dentro de un concepto histórica en lugar de explicarlo suspendido en un amalgama de confusiones, muchas leyes cambiaran y una de ellas es la igualdad de géneros.
Houda
Estimada Houda,
Pones la conversación en términos muy exigentes, y te lo agradezco. Quieres un nombre con apellido: Dounia Bouzar. No va a menos, sino a más.
Me parece muy bien exigir un 500%. No tengo la intención de rebajar las reivindicaciones. Si Wajiha al-Huwaider pide conducir en Arabia Saudí, está claro que aquí, en España o EEUU, o en Marruecos habrá que exigir muchísimo más. Pero precisamente me estás dando la razón cuando escribí que se trataba y se trata de cambiar leyes y comportamientos, sin miedo y sin renuncias. Y que hay que fomentar una revolución cultural que implique revisar los fundamentos sociales de las sociedades islámicas, y de las relaciones con el Otro en las sociedades occidentales, y, finalmente de la sociedad humana en la era global. En la esfera de la cultura y de la idiosincracia islámica tanto como lleva sucediendo en Europa desde la Revolución Francesa. Sin tener por ello que adopotar una agenda laicista o renunciar a nada de lo que supone el islam como resistencia y búsqueda de paz interior y exterior.
Saludos
P. S.: Me alegro de que hayas seguido la conversación, y por supuesto citar a Dounia Bouzar no es una forma de imponer ni un ejemplo genial ni de exigir silencio, pero si me ayuda a romper la idea de que es incompatible ser musulmana culturalmente, es decir, de nacimiento y educación de niña, y estar comprometida de lleno en la lucha feminista.
Saludos, Houda, fî-l-amîn.