«[…] elegía entre camomila, cinamomo, té de china, tila o una menta, y mientras ponía a calentar agua como si estuvieramos cinco y no solo los dos, me […] ante la posibilidad de ir en bicicleta, a lo que respondía con firmeza: no. Estaba más que […] a todas partes, de vivir en una casa llena de cojines, camas y cortinas, de estar escribiendo un poema sobre la guerra en […] me invitaban a olvidarme de los últimos bombardeos, con tanta insistencia que la imagen no se me iba de la cabeza, y al mismo tiempo […] en los versos necesarios, implorados por toda mi autoridad como poeta exiliado y enamorado, […] por ella.»
Le Coeur Un.