Bismil·lâh al rahmán y rahim
Según esa situación recurrente, voy abriendo las puertas y enseñando grandes habitaciones, vacías; algunas parece que unen dos pisos, dada la altura del techo, y voy explicando a mi interlocutor, un escritor amigo, el motivo de mi estancia allí, precisamente para pensar en dar un uso a las habitaciones. Lo evidente es que está relacionado con la pintura y una biblioteca, pero parece que se trata de tomar posesión de algo frágil y grande. Me voy explayando en las explicaciones, hasta que alguna pregunta me recuerda que tenemos que salir. Así, suavemente, acabo despertándome.