Bismilah al rahmán y rahim
La noticia es oficial, no es propaganda antisionista, el terrorista en jefe del Estado sionista, Ehud Olmert, lloró escuchando al médico palestino pidiendo a Dios clemencia cuando vio a sus tres hijas asesinadas, y lo narraba entre sollozos en directo para un canal israelí. «¿Quién no hubiera llorado?», pregunta Olmert en sus declaraciones al periódico Maariv. Las lágrimas que lloró Olmert son terroríficas, son las lágrimas de un desequilibrado sin tratamiento ni autocontrol ni conciencia. No me transmiten humanidad, sino una perversidad de índole sadomasoquista (perdón a los sadomasoquistas y a los desequilibrados) exacerbada por un orgullo que le autoriza a sentirse normal, como todos los demás, hasta como sus víctimas. Ahora entiendo por qué sonreía tanto en Jerusalem cuando le aplaudían Sarkozy y Zapatero, creía realmente que salvaba la vida de los palestinos decidiendo valientemente dejar de matarlos. Estaba auténticamente orgulloso de su clemencia, de su piedad, de su indignación ante el sufrimiento de los inocentes. Que Allah nos proteja de las tinieblas del horror.