«Je suis à l’égard de la lecture, dans un grand desarroi doctrinal : de doctrine sur la lecture, je n’en ai pas : alors que, en face, une doctrine sur l’écriture s’esquisse peu à peu. Ce désarroi va parfois jusqu’au doute : je ne sais même pas s’il faut avoir une doctrine sur la lecture; je ne sais pas si la lecture n’est pas, constitutivement, un champ pluriel de pratiques dispersées, d’effets irréductibles et si, par conséquent, la lecture de la lecture, la Méta-lecture, n’est pas elle même rien d’autre qu’un éclat d’idées, de craintes, de désirs, de jouissances, d’oppressions, dont il convient de parler au coup par coup, […]».
Roland Barthes, Sur la lecture, 1975.
Melodías de miserias y de culpas concentran la fama en colas de pavores y machetes. Vapores de la recaudación capitalista sostenida sobre la claudicación colectiva financian un espectro del dolor en los televisores. Tráfico de chacales huérfanos como tambores, mientras los avisos de Unicef suenan a premonición de próximos crímenes inminentes. En los ojos del marinero se limpian los soles del progreso duradero, mientras los polos de tiza hielan los corazones de las lobas engañadas con brasas de pasión, minas de carbón y milagros con bandera pirata. Guerras de gloria para poderes biovideológicos se articulan en un movimiento vacío y descontrolado, no faltan ni torturas del relato rodado ni ficciones de medicina o cirugía experimental. Las torres de Babel de los ricos emiten ahora una parte del todoterreno emocional, pero la especialización de los mensajeros desvirtúa el sentido de las palabras que repiten. Urgencia. Ayuda. Reparto. Recaudación. Intervención. Violación de la soberanía, revisión de la vocación católica y pudor infinito a la hora de hablar en nombre del sufrimiento de los pobres. La ciudadanía se muestra prudente, pero compra: los bancos garantizan beneficios en esta operación de rescate. Quieren (los bancos, los ricos, los capitalistas) que nos saquemos una experiencia de encima, quieren los dueños que seamos capaces de disfrutar en 3D con las catástrofes humanas. Yo no lo aguanto. Hay momentos en la vida de un hombre llamado Aznar que jugaron con esa tecla demagógica, cuando se trataba de luchar contra el próximo medio terrorismo cercado. Ya estoy saturado de esas grasas. El Corán nos manda proteger a los huérfanos, pero no a cualquier precio. Como los americanos no vale. Estoy de acuerdo con aquellos que quieran ayudar, pero me gustaría que lo hicieramos desde la crítica de la ayuda humanitaria planteada por los países ricos y capitalistas. El anticapitalismo debe reinventar la solidaridad internacional desde el vacío humano de lo contemplado a escala masiva estos días. La lectura de las imágenes nos está dejando mudos de urbanidad.