«O poète inconséquent, ne tourne donc plus autour de la Kaaba, maison sacrée d’Allah, car elle est enveloppée de noir. O poète inattentif, ne lis donc plus le Coran car ses versets sont écrits en noir.»
Tierno Monénembo, Peuls, p. 278.
«The rest of the United States doesn’t exist for me, except as idea, or history, or literature«.
Black Spring, Henry Miller.
El subproletariado digital que se baña en las chabolas de la existencia temporal, compitiendo con Bergson, Derrida y la amistad de Aristóteles, busca su mitopoyética revolucionaria en los márgenes siempre creativos de la disidencia camuflada. Los largos disfraces de las palabras generan en su rico verbo escrito durante las larguísimas horas de pobre descanso del capitalismo un torrente de sentidos explosivos y aterradores. Las estrellas del subproletariado bloguero brillan en el firmamento de las expectativas inciertas, como promesas de salud en un hospital o fruta en una cesta en una casa de papel. Los activistas autogestionados llegan tarde para el reparto de los sillones, pero son los primeros en el festín de la neoguerra contra el poder de las corporaciones. Ni astrología de las crisis ni erudición en estudios keynesianos, lo nuestro es el reflujo de la razón revolucionaria por medio de la estrategia planificada contra el FMI y el Banco Mundial. Nuestro antiamericanismo es un gen de supervivencia informacional, porque la luz artificial lleva virus de marines y en las pastillas de jabón no añaden aditivos contra la suciedad mental yankee. Pienso en los EE.UU. y veo un gran basurero de republicanos odiosos y demócratas aleθeiofóbicos (que sienten pánico por la verdad, ἀλήθεια). Nuestra verdad es una realidad sólida cuyo pilar principal se apoya en la voluntad de denuncia. Repetimos mil veces, cien mil veces, los nombres de nuestros enemigos, y sabemos que ganamos la neoguerra cada día. La disciplina nos permitirá pronto odiar también su cultura, nuestra cultura americanizada.
Abenyusuf 