Un descanso en el hotel

Adoro las comedias de Hollywood «clásicas», que por supuesto suelen ser conservadoras, machistas y cursis, pero la calidad de los actores y de los diálogos es muy superior a lo que por lo general se suele producir en Hollywood en las últimas décadas; hay líneas aparte que tienen sus propios intereses y méritos, dentro del género de comedias, como es la carrera personalísima y tan elogiada de Woody Allen, o las películas de Jim Jarmush, o las de los hermanos Coen. Se podrán citar más ejemplos, pero no tantos como para desdibujar mi argumento central, que consiste en decir que Hollywood hacía buenas comedias porque invertía en buenos artistas, como guionistas, actores y técnicos: no sólo las estrellas, sino los actores de reparto; no sólo los profesionales de la producción, sino los guionistas. En España hay dos figuras del cine que para mí son muy relevantes, por un lado el personaje emblemático que encarna él solo la imagen del cine español de comedias, Pedro Almodóvar, y el director y guionista catalán Cesc Gay, que conozco poco y tarde pero que me ha sorprendido muy gratamente dirigiendo a Eduard Fernández en Ficción (entrevista con él en El País: «Ficción es un poema. Cesc tiene muy claro qué es lo que quiere contar y cómo, y eso es media vida. Es muy elegante, muy respetuoso; no ya con el actor, sino con la persona.»), que transmitieron el martes en La 2.  Un descanso en un hotel puede ser muy parecido a una escena de publicidad de un hotel, o de una campaña de promoción de turismo de una de las CC. AA., pero  rodado con inteligencia y un detalle apropiado, como una música cómplice, se puede convertir en todo un manifiesto vital.

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Archivado bajo cinema, criticism, Urban Culture, USA

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