La provocación letrista sirve siempre para pasar el tiempo. El pensamiento revolucionario no está en otra parte. Seguimos con nuestra pequeña bronca en el más allá restringido de la literatura, a falta de algo mejor. Escribimos manifiestos, naturalmente, para manifestarnos. La desenvoltura es algo verdaderamente bello. Pero nuestros deseos eran agotables y decepcionantes. La juventud es sistemática, como se suele decir. Las semanas se propagan en línea recta. Nuestros encuentros se producen al azar nuestros contactos precarios se pierden detrás de la defensa frágil de las palabras. La Tierra gira como si no pasase nada. Y, todo sea dicho, la condición humana no nos gusta. Hemos despedido a Isou, que creía en la utilidad de dejar huellas. Todo lo que conserva algo colabora con el trabajo de la policía. Porque sabemos que todas las ideas y los comportamientos que existen son ya insuficientes. La sociedad actual se divide por lo tanto solamente entre letristas y chivatos, de los cuales André Breton es el más famoso. No hay nihilistas, sólo impotentes. Casi todo nos está prohibido. La corrupción de menores y el uso de estupefacientes son perseguidos como, de forma más general, todos nuestros gestos para superar el vacío. Varios camaradas nuestros están en la cárcel por robo. Nos alzamos contra las penas infligidas a personas que se han dado cuenta de que sobre todo era absolutamente necesario no trabajar. Rechazamos la discusión. Las relaciones humanas deben tener como fundamento la pasión, si no el Terror.
Sarah Abouaf, Serge Berna, P.-J. Berlé, Jean-L. Brau, [René] Leibé, Midhou Dahou, Guy-Ernest Debord, Linda [Fried], Françoise Lejare,Jean-Michel Mension, Éliane Pápaï, Gil J Wolman [1953, p. 95).