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Las cuatro edades de Cesare Pavese

Escribe sobre la infancia, parte biográfica fundamental de su literatura. Escribe sobre los estudios, los amores, la política, la poesía que marca su madurez. En la cárcel comienza El oficio de vivir, síntoma y ruptura. Es una fase que dura con intensidad hasta su retiro durante la guerra. Después de la guerra, llega la edad comunista, lírica y de plenitud hasta la muerte. Su suicidio es una vicisitud vital inscrita en su escritura que tenía que acabar para sobrevivir. Lejos de las vanguardias, llevó a cabo con una intensidad única el propósito vanguardista de la obra de arte total, perfecta, trágica. Pavor.

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Noche italiana

books

«The moon is up, but she is hidden behind heavy masses of clouds -welcome clouds that shelter lovers’s secrets

An Italian Nigt. en Joseph II and his court.

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La verdad sea dicha sobre cierta poesía española

paisaje

Hay poetas y poetas, hay poetas de verdad y poetas que luchan por ser poetas, y también poetas que pretenden ser poetas y nunca logran más que un intento perezoso. Hay poetas que se salvan no por su poesía sino por ser de izquierdas y valientes, mientras que los poetas de derechas, cuando además son malos poetas, no tienen remedio. Hay poetas de derechas buenos, y muchos poetas de izquierdas muy buenos, y unos cuantos poetas de izquierdas malos. Hay poetas cristianos, musulmanes, ateos y protestantes, judíos y/o cosmopolitas, y autóctonos y/o localistas. Modernistas y académicos, bohemios y enrabiados. Hoy voy a hablar de un gran poeta que ha sido insultado por un poeta regular, que además lo ha hecho para vender un libro (probablemente más que prescindible) sobre otro poeta. Una historia de poetas.

La historia comienza con una muerte, la muerte de un excelente poeta, Mario Benedetti. El gran poeta Antonio Gamoneda, molestado por algún ignorante periodista que no había leído a Benedetti ni a Gamoneda, porque si no, uno no se explica a cuento de qué le pregunta al segundo sobre el difunto primero, tuvo la osadía y sinceridad de decir que Benedetti llevaba tiempo alejado de la esencia de la poesía.

Y ahí comienza la historia. Empecemos por esa declaración: me emocionan muchos poemas de Benedetti, no comparto la crítica feroz que le han dedicado algunos amigos también poetas, pero Gamoneda tiene todo el derecho y además con razón para declarar lo que ha declarado. Basta con repasar las muchas publicaciones de Benedetti para tener que admitir que no todo vale lo mismo, y que, en general, la falta de imagen poética labrada en el duro momento de intensidad áspera se suple con simpatía, arte en el que Benedetti, por ser tan profunda y auténticamente de izquierdas, superaba con creces a todos los demás.

Pero la sinceridad de Gamoneda molestó. Y molestó a una serie de personajes que se retratan a sí mismos en su indignación: Chus Visor, editor y mercantilista, Benjamín Prado, arribista profesional, y Luis García Montero. Me quedaré con el tercero.

Admitía hasta hace poco que García Montero criticara espontánemente a Gamoneda por su declaración, que siendo poeta de la nueva sensibilidad, u otra sensibilidad, o incluso de la experiencia, ni más ni menos, o sea, de los de la palabra que te llega directamente, defiendera la poética de Benedetti. Todo entra dentro de lo razonable. Pero sale de lo razonable cuando hoy en una entrevista en directo para un canal tan comercial como CNN+, en horario de gran audiencia, repite los insultos a Gamoneda, esta vez con mala fe, puesto que se permite sugerir que si premiaron a Gamoneda fue por razones políticas, y que es un «Cervantes sin lector», literalmente. Y ahí es donde salto yo, defiendo a Gamoneda y me enfrento a García Montero.

Porque Luis García Montero está insultando a un poeta que durante años fue castigado por la censura de Franco, por escribir una poesía dura y sin concesiones. Y cuando escribió poesía pura, pasó por una travesía del desierto que se explica básicamente por la falta de cultura del público. Cuando el reconocimiento general le llegó, a través de tan grandes e importantes premios como el Nacional de poesía o el propio Cervantes, Gamoneda se comportó con toda la elegancia y dignidad requeridas. Antonio Gamoneda se ganó su público lector por mérito propio. Con gobiernos de derechas (PP) y con el PSOE (derechas e izquierdas, no nos engañemos mucho).  Yo llegué a Gamoneda por recomendación y así es como crecen y se dan a conocer los buenos poetas.

Luis García Montero, en cambio, tiene su puesto de profesor, cosa que está muy bien en abstracto, pero que en lo concreto le pierde, le hace comportarse como un sabelotodo de izquierdas que se pasa el día dando lecciones, para vender libros casi siempre, como la biografía de Ángel González que  ha perpetrado y que está promocionando esta temporada. Mala debe ser dicha biografía para que tenga que ensalzar la figura del poeta biografiado achicando la de Antonio Gamoneda.  Y malo será como profesor cuando se repite en sus clases extra-muros. La segunda crítica a Gamoneda en televisión y con alevosía ha sido un acto vil de resentimiento, despecho, ignorancia y mala fe. Luis García Montero será muy de Izquierda Unida, pero se comporta cada vez más como los burros de UPyD, Antonio Muñoz Molina, Fernando Savater y Jon Juaristi (no sé si este ya es directamente del PP). En realidad, y aunque se comportó decentemente en época de Aznar, defendiendo en solitario a los estudiantes andaluces contra la LOU, Luis García Montero se ha encasillado él solito en un puesto cómodo de gerifalte de los  literatos advenedizos de las letras españolas, con más presencia mediática que poética. Otor día in shâ’ Allah atacaré a otros de su pandilla…

Pero basta de palabras, y comparemos en frío dos fragmentos de dos poemas, uno del insultado y otro del insultante insultador, adivinen de quién es cada uno. No merece la pena decir mucho más, basta con leerlos:

«[…]

Yo me bajo en la próxima, murmuras.
Me conmueve el recuerdo
de tu piel blanca y triste
y la hermandad humilde de tu noche,
la mano que dejaste
olvidada en mi mano,
al venir de la ducha,
hace sólo un momento,
mientras yo me negaba a levantarme.

[…]»

Luis García Montero, del poema «Mujeres», en Poesía urbana, Renacimiento, Sevilla, 2002 y 2007, p. 176 sq.

«[…]

Callada tempestad. La vibratoria
existencia del sol, la que tortura
lívidas lomas, parameras turbias
en la tierra exterior, aquí sostiene
un lienzo musical: nervios de sombra,
como un árbol delante del crepúsculo,
no imponen pausa sino negro impulso
en la arbolada vidriería.
Es
un mundo. No músculos, cabellos;
no túnicas redondas, accidentes;
sólo estaturas, transparencias, fuegos.
No libros, atributos, gestos, lomos
hirvientes de corcel, águilas, cetros,
ballesteros y muerte; sólo una
cegadora, bruñida altanería.

[…]»

Antonio Gamoneda, de un poema sin título del poemario «Pasión de la mirada» [1963-1970].

Hay poetas y poetas, hay poetas de verdad y poetas que luchan por ser poetas, y también poetas que pretenden ser poetas y nunca logran más que un intento perezoso. Hay poetas que se salvan no por su poesía sino por ser de izquierdas y valientes, mientras que los poetas de derechas, cuando además son malos poetas, no tienen remedio. Hay poetas de derechas buenos, y muchos poetas de izquierdas muy buenos, y unos cuantos poetas de izquierdas …

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Mario Benedetti contó conmigo

Hagamos un trato

Cuando sientas tu herida sangrar
cuando sientas tu voz sollozar
cuenta conmigo.

(de una canción de Carlos Puebla)

Compañera,
usted sabe
que puede contar conmigo,
no hasta dos ni hasta diez
sino contar conmigo.

Si algunas veces
advierte
que la miro a los ojos,
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense que deliro;
a pesar de la veta,
o tal vez porque existe,
usted puede contar
conmigo.

Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo,
no piense que es flojera
igual puede contar conmigo.

Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo
saber que usted existe,
uno se siente vivo;
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco.

No ya para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe que puede
contar conmigo.

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Queertesía: la cortesía en clave queer

Queertesía: la cortesía en clave queer

Juan Asís

La cortesía, tal y como se ha estudiado y enseñado en las universidades y otras estructuras académicas, ha sido un bastión antiestructuralista de romanistas, medievalistas y arabistas que pretendían, y siguen pretendiendo aún en parte sus élites dentro de sus redes de influencia y poder, mantener firmemente dentro de las premisas intactas del romanticismo tardío y las fronteras de su interpretación decimonónica y veladamente puritana. Pero, por su misma centralidad en la cultura, la cortesía es más que susceptible de verse asaltada por una revisión y relectura radicalmente alternativas y socialmente exigidas por la propia revolución postmodernista de las ciencias humanas: el anticapitalismo.

El Quijote queer: del Quejote al Queerote

Tanto por su centralidad en la cultura hispanoamericana como por su universalidad, la gran obra de Cervantes El Quijote sentencia su inevitable colusión con la revisión y relectura queer de la cortesía, la queertesía, en detrimento por supuesto de la interpretación capitalista hegemónica. Lo queer está en el centro del Quijote como el Quijote en el centro de la cortesía y la cortesía en el centro de la cultura. Y sin embargo el ente queer es el margen sistemático de cada uno de dichos círculos epistemológicos, autoritarios, normativos, defensivos del capitalismo. Dentro y fuera de la cortesía, el hombre queer más concreto e irreductible es, a su vez, el archiexcluido y autoexcluido de la norma y la cultura, sin dejar de ser él mismo la encarnación más libre y más determinada de la cultura y la norma. La singularidad del Quijote resiste ante cualquier comparación con otro personaje cultural, y ni siquiera su pareja Sancho Panza se explica a sí mismo y a todo personaje con la misma rotundidad. El Quijote es diferente de cualquier otro personaje y contiene parcialmente lo universal de todos los demás. Más allá de su virtualidad literaria, lo queer del Quijote es lo queer de todos y cada uno de los seres humanos. El Quijote resume ontológicamente lo queer del ser humano. El Quijote es por tanto la ontología del queer.

El Quijote, o la antología del queer.

El Quijote, la antología del queer

Las multitudes que recorren las páginas del Quijote siguen las aventuras del hidalgo como los lectores múltiples construyen su cultura en el espejo de las palabras que formula Cervantes. Cervantes no supo crear tantos personajes perfectos como Shakespeare, pero sí consiguió sintetizar un maestro queer susceptible de guiar a las multitudes hacia su liberación introspectiva y emocional. Cervantes se parece más a Avicena, cuando el médico compone un canon para la salud integral de todo el ser humano en cuerpo y alma, que a Shakespeare, a pesar de las confluencias históricas entre los dos genios contemporáneos de la modernidad. La violencia de los personajes de Shakespeare no alcanza en Cervantes la misma intensidad, porque la violencia de Quijote no es más que una: la resistencia. La ira, el ímpetu, el arrojo y la inconsciencia del Quijote no son sino variantes menores de su resistencia a morir sin la dignidad salvaguardada de su ontología incondicional. La resistencia es el camino, y las retóricas de la queja y el goce las rosas de bordes. El Quijote es el que se queja como un quejica que resiste las cien, mil humillaciones de sus prójimos y de su superyo, en aras de alcanzar la felicidad para él y para quien le siga. Sus aventuras, sus pasos, sus quejas, son las enumeraciones fantásticas de las mil y una velas del camino nocturno del alma. Pero como el Quijote no es un profeta, su cuerpo no responde del impulso purificador, sino que se obstina más que el alma: no llega al orgasmo, a la meta, al resultado. En ese sentido, su queja es nuestro goce, y el Quijote es el creador de su propia condición de hiperquejica, el Quejote.

Quijote hiperquejica: El Quejote

De la queja al goce hay menos distancia gracias a la cultura. La terrorífica anulación de la mujer en lo que algunas han calificado como el ginocidio contemporáneo no debe en ningún caso autorizar a nadie para culpabilizar al hombre en tanto que ser de sexo masculino. Lo único justo es luchar contra el género masculino capitalista en todas sus formas, concentradas o difusas, fundamentalistas o ligeramente románticas. La violencia de género es la violencia del capitalismo a lo humano. Solamente una revolución anticapitalista pondrá en pie los nuevos templos de lo sagrado, el cuerpo que goza y se queja a voluntad. Revolución económica para la multitud y revolución cultural para el cuerpo. Economía del goce y cultura de la queja, queja de la economía y goce de la cultura. El Quijote anuncia en sus aventuras la posibilidad de ese mundo que vislumbramos en el anticapitalismo radical, asambleario, cibernético, postmoderno, vividor. El cura a Dorotea (Q. I.28): “Lo que vuestro traje, señora, nos niega, vuestros cabellos nos descubren, señales claras que no deben de ser de poco momento las causas que han disfrazado vuestra belleza en hábito tan indigno, […]”. Poco esconde la mujer disfrazada de mozo, de joven, que no sea su sexualidad expansiva, ya que su dolor y su extrema belleza son otros trajes de los motores pasionales de su personaje que irán desvelándose solamente en su debido momento. La teatralidad de su aparición combina la queja de sus palabras y la voluptuosidad de sus rasgos presentados ante los furtivos voyeuri. Queja y goce, aunque sea para los demás (el cura, el barbero y Cardenio, y nosotros lectores), aunque el goce sea lo único que compartamos realmente y a su pesar. Sus quejas son nuestro goce, el goce nos viene con sus quejas, nuestro disfrute se cumple con la exhibición seductora de su dolor.

La exhibición del dolor o queja, tópico seductor involuntario

Temáticamente, los amores de los personajes secundarios del Quijote poco contienen ya de los modelos arcaicos del amor antropológico sin endulzarlos con sentimentalismo oriental, piénsese en Bollywood, desfigurados además por su secuenciación en episodios más o menos amenos. No son sin duda lo más valioso del Quijote. En casi cada una de las intervenciones del propio Quijote, las reglas del amor cortés son más nítidas, quizás por la fuerte personalidad de Cervantes. En esto mismo nos recuerda Cervantes el tono decidido del tratado sobre el amor y los amantes de Ibn Ḥazm, el Tawq al-Ḥamāma. “Cuando Ibn Ḥazm emprende la redacción del Collar de la Paloma,” escriben Brigitte Foulon y Emmanuelle Tixier du Mesnil, “la cultura árabe ya ha producido varias obras centradas en este tema. Entre estas, tres tratados son cosiderados fundamentales. El más antiguo es la epístola de al-Ŷāḥiẓ llamada Sobre el amor y las mujeres (Al-Risāla fī l-cišq wa l-nisāʾ). Está a continuación el Libro de la Flor (o Libro de Venus: Kitāb al-Zahra) de Ibn Dāwūd al-Iṣfahānī, jurista bagdadí muerto en 907, fundador de la doctrina ẓāhirí profesada por nuestro autor. El tercero de estos tratados, por fin, es más tardío, puesto que se trata del Libro de los secretos protegidos del amor [sic] (al-Maṣūn fī sirr al-hawā al-maknūn), de Ibrāhīm al-Ḥuṣrī, autor de Ifrīqiya muerto en 1012 [sic; Ibn Jalliqān ofrece la fecha de 413 /1022, pero también señala que Ibn Bassām fechó su muerte en el año 453/1064, vid. IBN JALLIKĀN : Wafayāt al-acyān, trad. inglesa de Slane, vol.1, p. 34]. Indudablemente, Ibn Ḥazm se sitúa en una relación de continuidad con sus predecesores, a pesar de que la única alusión explícita concedida a dichas obras sea aquella en la que declara estar retomando los postulados platónicos del Libro de la Flor, cuya paternidad atribuye en cambio a Ibn Dāwūd. Cabe sin embargo perfectamente pensar que el autor cordobés se inspiró todavía más en el tratado de Ibrāhīm al-Ḥuṣrī, cuya superación debió imponerse a sí mismo, dado el clima de emulación reinante entre los letrados andaluces [sic] y los de Ifrīqiyaii.”

Emulación y humillación: el palomo en el collar

El Collar de la Paloma organiza e impone las reglas del bien amar a la belleza con el collar de la sumisión, somete a ley de Dios la juventud dominada y bella en los cuerpos amordazados, doloridos, excitados. El cuerpo del joven es como una flor escogida, cortada, paseada, lucida, manoseada, apretada, y finalmente tirada con el agua de lavarse. Esta misma semántica del ceñimiento está explícita en las moaxajas, las muwaššaḥāt, composiciones estróficas en árabe clásico, sustantivo formado de la raíz wašaḥa que indica ceñir el cuerpo con un cinturón, o adornarlo. La plasticidad del cuero se une a la canción en una fórmula desarrollada con especial profusión en al-Andalus. Literalmente, el estribillo ciñe las estrofas, los órganos son situaciones engarzadas por una misma contricción no exenta de placer y deseo. El cuerpo perseguido, ese oscuro y luminoso “objeto del deseo”, se vistirá pues de cielo y estrellas, de piedras, agua, manzanas y vino, para recitar mansamente los gemidos agenciados por una música propiamente de nómadas deslumbrados en palacios ajenos ganados con sangre y rezos. Su encadenamiento es sensiblemente multiforme, tortuoso, escurridizo también. El cuerpo del poema estrófico no se nos ofrece con la unanimidad y la domesticidad del cuerpo admirado e imitado por ambos sexos, como al contrario se aprecia claramente en el primer retrato del Duque de Nemours, al comienzo de la novela de Madama de La Fayette (1672) La princesa de Clèves (La Princesse de Clèves), que retrotrae la época de la acción un siglo antes, durante los últimos años del reinado de Enrique II de Francia:

«[…] ce Prince estoit un chef-d’œuvre de la nature ; ce [ 15 ]qu’il avoit de moins admirable, estoit d’estre l’homme du monde le mieux fait et le plus beau. Ce qui le mettoit au-dessus des autres, estoit une valeur incomparable, et un agréement dans son esprit, dans son visage et dans ses actions, que l’on n’a jamais vû qu’à luy seul ; il avoit un enjouëment qui plaisoit également aux hommes et aux femmes, une adresse extraordinaire dans tous ses exercices, une maniere de [ 16 ]s’habiller qui estoit toûjours suivie de tout le monde, sans pouvoir estre imitée, et enfin, un air dans toute sa personne, qui faisoit qu’on ne pouvoit regarder que luy dans tous les lieux où il paroissoit.

Ce prince était le chef d’œuvre de la nature; ce qu’il avait de moins admirable, c’était d’être l’homme du monde le mieux fait et le plus beau. Ce qui le mettait au-dessus des autres était une valeur incomparable, et un agrément dans son esprit, dans son visage et dans ses actions, qu’on n’a jamais vu qu’à lui seul; il avait un enjouement qui plaisait également aux hommes et aux femmes, une adresse extraordinaire dans tous ses exercices, une manière de s’habiller qui était toujours suivie de tout le monde, sans pouvoir être imitée, et enfin un air dans toute sa personne qui faisait qu’on ne pouvait regarder que lui dans tous les lieux où il paraissait

(Este príncipe era una obra maestra de la Naturaleza; lo que tenía de menos admirable era el ser el hombre mejor hecho y más bello del mundo. Lo que lo ponía por sobre los demás era un valor incomparable y tenía un encanto en el espíritu, el rostro y las acciones que jamás se vieron sino en él. Tenía una amenidad que gustaba igualmente a los hombres y a las mujeres, una destreza extraordinaria en todos los ejercicios, un modo de vestir que en seguida era copiado por todos, pero que resultaba inimitable, y en fin, un aire en toda su persona que hacía que sólo se lo mirara a él en los sitios en que se presentaba.)

(trad. de Vicente Clavel)

El Duque de Nemours encarna un claro prototipo de personaje unívoco, calificado sabiamente como un “espléndido tête à claques” por Philippe Lançoniii. Un cuerpo confirmado y azotado por la mirada de sus admiradores como una cara herida por las tortas: un guaperas repelente cuya chabacanería exteriormente elegante bien se merecería a veces una bofetada. El consenso crea una pareja donde el cuerpo homosocial solo convoca la disposición de la armonía, de la simetría sexual, de los géneros simbióticos, cerrados y entregados, como se aprecia en la escena de la expectación general del primer encuentro del Duque de Nemours con Madame de Clèves, descrita por Mitchell Greenberg como un claro ejemplo de subjetividad absolutista (“absolutist subjectivity”)iv:

«Lorsqu’elle arriva, l’on admira sa beauté & sa parure ; le bal commença, & comme elle dansoit avec Monsieur de Guise, il se fit un assez grand bruit vers la porte de la Salle, comme de quelqu’un qui entroit, & à qui on faisoit place. Madame de Cleves acheva de danser, & pendant qu’elle cherchoit des yeux quelqu’un qu’elle avoit dessein de prendre, le Roi lui cria de prendre celui qui arrivoit. Elle se tourna, & vit un homme qu’elle crut d’abord ne pouvoir être que Monsieur de Nemours, qui passoit pardessus quelque siege, pour arriver où l’on dansoit. Ce Prince étoit fait d’une forte, qu’il étoit difficile de n’être pas surprise de le voir quand on ne l’avoit jamais vû, sur tout ce soir-là , où le soin qu’il avoit pris de se parer , augmentoit encore l’air brillant qui étoit dans sa personne ; mais il étoit difficile aussi de voir Madame de Cleves pour la premiere fois, sans avoir un grand étonnement. Monsieur de Nemours fut tellement surpris de sa beauté, que lorsqu’il fut proche d’elle, & qu’elle lui fit la reverence, il ne put s’empêcher de donner des marques de son admiration. Quand ils commencerent à danser, il s’éleva dans la Salle un murmure de louanges. Le Roi & les Reines se souvinrent qu’ils ne s’étoient jamais vûs, & trouverent quelque chose de singulier de les voir danser ensemble sans se connoïtre.

Lorsqu’elle arriva, l’on admira sa beauté et sa parure ; le bal commença, et comme elle dansait avec monsieur de Guise, il se fit un assez grand bruit vers la porte de la salle, comme de quelqu’un qui entrait, et à qui on faisait place. Madame de Clèves acheva de danser et pendant qu’elle cherchait des yeux quelqu’un qu’elle avait dessein de prendre, le roi lui cria de prendre celui qui arrivait. Elle se tourna, et vit un homme qu’elle crut d’abord ne pouvoir être que monsieur de Nemours, qui passait par-dessus quelques sièges [sic] pour arriver où l’on dansait. Ce prince était fait d’une sorte, qu’il était difficile de n’être pas surprise de le voir quand on ne l’avait jamais vu, surtout ce soir-là, où le soin qu’il avait pris de se parer augmentait encore l’air brillant qui était dans sa personne ; mais il était difficile aussi de voir madame de Clèves pour la première fois, sans avoir un grand étonnement. Monsieur de Nemours fut tellement surpris de sa beauté, que, lorsqu’il fut proche d’elle, et qu’elle lui fit la révérence, il ne put s’empêcher de donner des marques de son admiration. Quand ils commencèrent à danser, il s’éleva dans la salle un murmure de louanges. Le roi et les reines se souvinrent qu’ils ne s’étaient jamais vus, et trouvèrent quelque chose de singulier de les voir danser ensemble sans se connaître.»

(Cuando llegó causaron admiración su belleza y su tocado. Comenzó el baile, y como ella debía bailar con el señor de Guisa, se produjo bastante ruido hacia la puerta de la sala, como si entrara alguien a quien se hiciera lugar. La señora de Cleves acabó de bailar, y, mientras que buscaba con los ojos a alguien para tomarle de compañero, el rey le gritó que eligiera al que acababa de llegar. Se volvió, y vio a un hombre, que creyó desde un principio que debía ser el duque de Nemours, caminando por encima de unas sillas para llegar al sitio en que se bailaba. Aquel príncipe estaba de tal suerte hecho, que era difícil que una mujer no se sorprendiera al verle, por vez primera, sobre todo aquella noche, en que el cuidado con que se había vestido aumentaba el brillo de su persona. Pero era también difícil ver a la señora de Cleves por primera vez sin sentir gran admiración. El señor de Nemours quedó tan sorprendido de su belleza que, cuando estuvo cerca de ella y le hizo la reverencia, no pudo dejar de dar muestras de su admiración. Cuando comenzaron a bailar se produjo en la sala un murmullo de ponderaciones. El rey y las reinas recordaron que ambos no se conocían y les pareció cosa singular verlos bailar juntos sin conocerse.)

(trad. de Vicente Clavel)

Los dos cuerpos que bailan son dos epifanías de la juventud archiafirmada en un instante mágico, pero también dos cuerpos anulados por su extrema definición. La trabazón semántica de la sorpresa, el extrañamiento y la singularidad no debe llevarnos a engaño, ya que, en su astucia sutil, no nos repite nada más que la inevitable previsibilidad de los sentimientos y la banalidad de su belleza. El baile sella los movimientos nulos de la aproximación frontal al otro sexo, derrota pasional mucho más ordenada por la Naturaleza que encendida por la posibilidad de seducción. Significativamente, es el propio Rey quien dicta, ordena, “grita” a la recién casada Madama de Clèves que “elija” y que tome fatalmente al distinguido guaperas en sus inocentes brazos de princesa. “Lo que resulta llamativo y emblemático de esta escena”, prosigue Mitchell Greenberg, “es que pueda servir como la “Urszene” del deseo clásico, un deseo basado en la “visión” de una estricta separación entre sexos dentro de una simetría “naturalizada”.v” El orden hegemónico se disfraza de Naturaleza para imponer su forma despótica de concebir y narrar la belleza de los cuerpos de ambos sexos, con la ayuda inestimable del antiqueer, el guaperas. Aún así, y parafraseando libremente a Raymond Tallis, como todo intento de “falsificación consciente o deliberada de la realidad”, la ficción del cuerpo antiqueer danzando arrastra con las mangas su condición artificial (“artefactual status”), fracasando de esta forma como tal baile de salón en su sola finalidad de engaño, de falsificación hegemónica de un cuerpo coherente y apaciaguado, sin las contradicciones somáticas que solo se superan con la emancipación queertés del cuerpovi.

El antiqueer: el guaperas repelente

La belleza exultante e insultante, inmediata y evidente del guaperas carece de la queja en los gestos, giros y vueltas que señalan al cuerpo queer. La seducción de la queja y con la queja es improbable, equilibrada por su excepcionalidad. La multiplicación de metáforas y metonimias, de comparaciones y enumeraciones, apenas garantiza un mínimo resquicio de la atención del ser amado. Y sin embargo, ese resquicio es todo la esperanza que no podemos abandonar.

Notas:

i Cfr. SALVADOR J. FAJARDO: “Unveiling Dorotea Or the Reader as Voyeur”, Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America 4.2 (1984): 89-108.

ii FOULON, B, Y TIXIER DU MESNIL, E., (2009): Al-Andalus, Anthologie, antología de textos, traducción y presentación de __ , Flammarion, París, p. 156: “Lorsque Ibn Ḥazm entreprend la rédaction du Collier de la colombe, la culture arabe a déjà produit plusieurs ouvrages centrés sur ce thème. Parmi ceux-ci, trois traités sont considérés comme fondamentaux. Le plus ancien est l’épître d’Al-Djâhiẓ intitulée De l’amour et des femmes (Al-Risâla fî-l-cišq wa l-nisāʾ). Vient ensuite le Livre de la Fleur (ou Livre de Vénus : Kitâb al-Zahra) d’Ibn Dâwûd al-Iṣfahânî, juriste bagdadien mort en 907, fondateur de la doctrine zâhirite professée par notre auteur. Le troisième de ces traités, enfin, est plus tardif, puisqu’il s’agit du Livre des secrets préservés de l’amour (al-Maṣûn fî-sirr al-hawâ al-maknûn), d’Ibrâhîm al-Ḥuṣrî, auteur d’Ifrîqiya mort en 1012. Ibn Ḥazm se situe indéniablement dans un rapport de continuité avec ses prédécesseurs, même si la seule allusion explicite concédée à leurs ouvrages est celle où il déclare reprendre les postulats platoniciens du Livre de la Fleur, dont il attribue toutefois la paternité à Ibn Dâwûd. Il y a néanmoins tout lieu de penser que l’auteur cordouan s’inspira plus encore du traité d’Ibrâhîm al-Ḥuṣrî, qu’il se devait de chercher à dépasser, vu le climat d’émulation régnant entre les lettrés andalous et ceux d’Ifrîqiya.”

iii Philippe Lançon, Sarkozy et la Princesse de Clèves (1): quand la galanterie régnait en France, en el suplemento blog de filosofía del periodico francés Libération, 6 de Mayo de 2009. http://philosophie.blogs.liberation.fr . Texto en francés antiguo de una edición de 1678. Para la traducción española, véase La princesa de Clèves de Madame de la Fayette, prólogo de Daniel Sueiro, traducción de Vicente Clavel, Estella (Navarra), Círculo de Amigos de la Historia, Salvat, 1973, y La princesa de Clèves de Marie-Madelaine Pioche de la Vergue La Fayette, introducción de Caridad Martínez, traducción de Ricardo Permanyer, Barcelona, Clásicos universales Planeta, Planeta, 1983.

iv MITCHELL GREENBERG (2001): Baroque bodies: psychoanalysis and the culture of French absolutism, Cornell University, Ithaca (Nueva York), 2001, p. 116. Texto en francés antiguo de una edición parisina de 1752.

v Mitchell Greenberg (2001 : 116): «What is strikingly emblematic about this scene is that it could serve as the «Urszene» of Classical desire, a desire predicated on the «vision» of a strict separation of the sexes into a «naturalized» symmetry.»

vi RAYMOND TALLIS (1998): In defence of realism, University of Nebraska Press, Nebraska, 1998, p. 73 :»The various arguments against realism examined […] are centred on a common thesis: that realism overlooks the constructed nature of reality, presenting it, by implication, as objectively given rather than as the product of historical conflict and as coherent rather than riddled with contradiction. Conscious or deliberate falsification of reality, as in fantastical or romantic fiction, is comparatively harmless because the texts in question – and the worlds portrayed in them – wear their artefactual status on their sleeves. The distorted reality of realism, however, is potentially more dangerous.».

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¡Así suena de bien el monedismo!

Yo no quise escuchar tu corazón

hasta escuchar el mío

y me sentí desesperado

como un niño perdido

Yo no quise escuchar tu corazón

hasta escuchar el mío

y una rosa blanca amaneció

cuando te habías ido.

De «Pollo» aka «Ojos Negros» aka Arthur Stone. Gracias al camarada accionista  Oliver. Grandes fingidores monedistas de nuestros tiempos más poéticos.

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Hinterlassen Sie Ihren Herz (¿Herzen?) – Ich.

España no se merece la vergüenza de tener a su mejor escritor exiliado de profesor en Alemania.

¡Qué vergüenza nacional!
Volverás a hombros, y tus retales serán rosas.

Y de noche que no haya calma
si quedan dedos para dibujar
estos fantasmas en tu espalda

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Nosotros los jóvenes hemos envejecido

manchester50s

Poema de Dylan Thomas, copiado de healingheel, lectura revisada con la edición de Daniel Jones, The poems of Dylan Thomas, New Directions Publ., 2003, p. 44 sq. . Foto no relacionada.

We Who Are Young Are Old

‘We who are young are old. It is the oldest cry.
Age sours before youth’s tasted in the mouth
And any sweetness that it has
Is sucked away.’

We who are still young are old. It is a dead cry,
The squeal of the damned out of the old pit.
We have grown weak before we could grow strong,
For us there is no shooting and no riding,
The Western man has lost one lung
And cannot mount a clotheshorse without bleeding.

Until the whisper of the last trump louden
We shall play Chopin in our summer garden,
With half-averted heads, as if to listen,
Play Patience in the parlour after dark.
For us there is no riding and no shooting,
No frosty gallops through the winter park.
We who are young sit holding yellow hands.

No faith to fix the teeth on carries
Men old before their time into dark valleys
Where death lies dead asleep, one bright eye open,
No faith to sharpen the old wits leaves us
Lost in the shades, no course, no use
To fight through the invisible weeds,
No faith to follow is the world’s curse
That falls on chaos.

There is but one message for the earth,
Young men with fallen chests and old men’s breath,
Women with cancer at their sides
And cancerous speaking dripping from their mouths,
And lovers turning on the gas,
Ex-soldiers with horrors for a face,
A pig’s snout for a nose,
The lost in doubt, the nearly mad, the young
Who, undeserving, have suffered the earth’s wrong,
The living dead left over from the war,
The living after, the filled with fear,
The caught in the cage, the broken winged,
The flying loose, albino eyed, wing singed,
The white, the black, the yellow and mulatto
From Harlem, Bedlam, Babel, and the Ghetto,
The Picadilly men, the back street drunks,
The grafters of cat’s head on chickens’ trunks
The whole, the crippled, the weak and strong,
The Western man with one lung gone—
Faith fixed beyond the spinning stars,
Fixed faith, believing and worshipping together
In god or gods, Christ or his father,
Mary, virgin, or any other.
Faith. Faith. Firm faith in many or one,
Faith fixed like a star beyond the stars,
And the skysigns and the night lights,
And the shores of the last sun.

We who are young are old, and unbelieving,
Sit at our hearths from morning until evening,
Warming dry hands and listening to the wind.
We have no faith to set between our teeth.
Believe, believe and be saved, we cry, who have no faith.

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La trompeta de mi espíritu (citando a Carlos Edmundo de Ory)

Del poema de Carlos Edmundo de Ory Papiro, vv. 13-16:

«Tocador de la trompeta de mi espíritu

voy montado en el caballo de la vida

Veo paisajes negros y distingo amapolas

con los cien ojos de la sangre»

Publicado en la revista de poesía La alegría de los naufragios: A Hermes, p. 13.

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Lectura en Toulouse (actualización: anulada)

Anunciado en Calenda, con fuente en FRAMESPA:

Séminaire

Al-Andalus Hispaniae

13 mars 2009 (salle D31) de 9h30 à 12h00 :

Juan Palao (univ. Saint-Jacques de Compostelle) : Le parcours d’Ibn Sahl : exil et esprit de fin d’époque arabo-andalouse

Yann Dejugnat (Casa de Velazquez) : Les voyageurs andalous et Bagdad (XIe-XIIIe siècles)

Toulouse (31)

Maison de la recherche, Université Toulouse II-Le Mirail,
5 allée Antonio Machado
Salle D31

Copio el comunicado del presidente de la Universidad Toulouse II – Le Mirail :

Communiqué de la présidence


Suite aux événements du lundi 9 mars, l’université est fermée.

De graves incidents se sont déroulés dans le bâtiment de l’administration centrale ce lundi 9 mars après-midi.

Des étudiants ont envahi la salle du conseil et les locaux de la présidence, après en avoir défoncé portes et cloisons, choquant fortement les personnels présents.

En conséquence, le campus du Mirail dans sa totalité sera fermé, à compter de mardi 10 mars 8h30, et ce jusqu’à nouvel ordre.

Des informations vous seront communiquées dans le courant de la journée sur le site de l’université.

Le Président Daniel Filâtre

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Carlos Alvar y Jenaro Talens me han humillado

«[…]  Jenaro Talens y Carlos Alvar

Locus amoenus, lugar de solaz, a la orilla de un riachuelo, escanciados los ánimos y el gaznate con algún caldo de la tierra y unos buenos versos. Locus amoenus, paraíso en la tierra, paraíso por horas y título también de un libro que transpira sosiego, que es una tentación: «Locus amoenus. Antología de la Lírica Medieval» (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), cuya primorosa y exhaustiva edición ha corrido a cargo del poeta, traductor y catedrático de Literaturas Hispánicas Jenaro Talens, y de Carlos Alvar, catedrático de Literatura Española Medieval y destacado filólogo.
«Con esta obra, hemos pretendido escapar de esa tópica visión de que en la lírica medieval sólo existe la lengua castellana, aunque más de la mitad del libro se dedique a ella. En aquellos siglos, España era aún una entelequia y queríamos ver y dar cuenta de la variedad y la diversidad enormes que existieron», explicó Talens. «Es cierto -apostilló Carlos Alvar-, como a la propia gente de entonces le gustaba decir, la época medieval era un crisol de culturas, un mezcla enriquecedora».
Por eso, están representadas en la «Antología» todas las líricas que alimentaron la poesía peninsular. Por orden de aparición: poesía en latín, árabe, hebreo, mozárabe, provenzal, galaico-portugués, castellano y catalán, todas ellas en versión bilingüe. «Locus amoenus», ese lugar de paz, ese lugar apacible, ese territorio que tan cristalinamente surca el arroyuelo de la poesía.» (ABC)

Me siento humillado por Carlos Alvar y Jenaro Talens. No les voy a escribir personalmente porque llevan mucho tiempo sin responderme a otros mensajes, y no les voy a acusar formalmente de nada, pero me han humillado. Cuando acabé Filología Árabe en Sevilla en 2002, me fui a Ginebra a realizar una tesis sobre Ibn Sahl y la lírica europea. Mi director designado fue Charles Genequand, con quien acordé investigar las modalidades de la poesía amorosa árabe, el prólogo amoroso o nasîb y el gazal. Tras aprobar difícilmente una memoria sobre cuatro tendencias del gazal, el udrí, el ibahí, el taqlidí y el shaabí, y precisar cómo Ibn Sahl era un representante perfecto del gazal taqlidí, acordé con mi co-director de tesis Carlos Alvar trabajar todas las demás líricas peninsulares y corteses, y también se propuso y aceptó que Jenaro Talens fuese presidente de mi Jurado de tesis, motivo por el cual le tuve informado de mis avances. Cuando en 2006, mes de septiembre, presenté mi trabajo, éste incluía el mismo análisis apenas ampliado de los cuatro géneros del gazal, y sobre todo un repertorio de veintitantos tópicos, entre ellos por supuesto el «locus amoenus», agrupados dentro de cada apartado por un criterio lingüístico-geográfico, pues no era político, sino con respecto a una lengua a nivel ya casi europeo. También incluía un esbozo de poética retórica común árabe y romance. Por supuesto, mi trabajo tenía muchas imprecisiones, errores, pero incorporaba en una misma visión la poesía árabe y las líricas romances, dando por superado implícitamente el planteamiento de la «tesis árabe», no por no ser cierta, sino por quedarse en un paradigma de influencia cuando se trata sin duda de un traspaso, un traslado integral. El caso es que en febrero de 2007, mis directores rechazaron en bloque mi trabajo, y salvo la actitud educada de Carlos Alvar, solo constaté un desprecio por todos los planteamientos en la forma y en el fondo. Pequeño detalle: mi trabajo estaba redactado en francés. En la reunión Carlos Alvar bromeó con Jenaro Talens y Charles Genequand sobre mi enlace entre lírica árabe y Corán, dando a entender que «efectivamente todo proviene en última instancia de Dios». Es decir, negando la conexión lingüística entre el Corán y la lírica árabe.

Mi humillación se produce esta mañana al leer en el periódico Público la noticia de la publicación de la antología «Locus amoenus«, realizada por Carlos Alvar y Jenaro Talens, que «recoge por primera vez la lírica producida en la Península Ibérica durante siete siglos»  Primero la sorpresa de que la antología incluye poesía árabe, se basa en criterios lingüístico-geográficos (eso sí, limitados a la Península Ibérica, lo cual es un error que el propio Carlos Alvar reconocerá si se le pregunta) y lleva implícito el planteamiento inclusivo de todas las líricas. Me parece estupendo, me parece oportuno, pero me humilla profundamente que hayan estado trabajando sin avisarme en un proyecto gemelo y pisando llanamente el terreno cuyo muro que lo encerraba en las salas frías de las bibliotecas universitarias tuve que derrumbar ante sus ojos, el de la visión eurocéntrica y separada de las vivencias líricas (cfr. la crítica de la separación de Guy Debord en «La société du spectacle«),  de la que seguro que sigue pecando esta antología, y apuesto una mano, mi mano. Reconozco que mi trabajo carecía de toda la visión que he ido enriqueciendo sobre la poesía árabe y su relación con la poesía hebrea, pero seguro que esta antología tampoco lo plasma en ningún modo, más allá de citar a los cuatro grandes poetas hebreos de al-Andalus, sin conexión con la lírica árabe. Y por supuesto, seguro que no se han atrevido a hablar de queertesía. No se atreverán nunca.

Nada más por hoy, creo que Carlos Alvar y Jenaro Talens me confirman por periódicos interpuestos todo el interés que tenía mi trabajo, sin reconocérmelo ellos académicamente ni personalmente de ninguna manera. Estoy convencido de que no habrá ni un solo fragmento que coincida con los que propuse yo, y que todo lo que mi trabajo demostraba de inexperiencia, torpeza y falta de rigor histórico habrá sido compensado por sus altas capacidades filológicas.

Mais le panache…

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Paisaje politizado

Entre todas las separaciones imposibles te invoco

pastor de normalidades en las cuevas deambulas
rubia ceniza de toda tu desilusión en el asfalto
se escinde para siempre en el vuelo de tu dolor.

Risa fin de moléculas destrozó la brisa
eternamente giratorio está el esfuerzo extraordinario de tu cuerpo
hay días de sentimientos y días de tragedia
para suplantar más o menos un recuerdo por un nuevo dolor.

Un hombre ante un grito de la tierra me recuerda
la puerta que abría para llegar extraordinario hasta tu cuerpo
corazón de malheridas visiones para la poética del mérito.

Es la mentalidad de la flor y la mentalidad de la virginidad
tratan de conciliar el espíritu de la benevolencia
en el sorteo asimétrico de las más estudiadas confesiones.

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Código de desapariciones


Chang Wat Arun ’97

Cargado originalmente por jssutt

(variaciones eróticas sobre un poema cinegético de Abu Nuwas)

«-Di que te vas de caza, ocúltate en mis habitaciones…»

Antología de las mil y una noches, Julio Samsó, Alianza Editorial, 1976, p. 24.

¡Ah de la noche que juntos buscamos en la mañana!
Antes de su ocaso se hizo vieja de inmediato
como una espada hace un guiño cerca de las hojas;
Velocidad del viento coge la frase,
y el deseo en la mañana satura la boca,
y el pilar es la columna vertebral,
como el beso es el último invitado.

Los caminos de la espada, después de la parálisis,
la broma de la escucha entre los pliegues de la memoria,
la seducción de la garganta bañada en cuero negro,
la disolución de la ascendencia estratégica,
que impone sus valientes pintadas, saben mucho
de su gran resistencia ante cualquier tipo de fin.

La tristeza se ve en que, no obstante, el corazón
es tan corto como negro. Después, según lo que quede de la naturaleza
es posible que dentro del plazo los dos nos amemos.

El éxito de los tratados de felicidad realiza su caza
envenenada a costa de los poemas escritos antes de hoy
que en la tierra se esconden,
y se asigna luz en polvo a los forasteros,
y se acerca la hora de regresar.

Estrecho es el cuello que miente con disfraces
y la sedición de la lentitud profundamente se oculta
en el código de desapariciones.

Cuando, por último, el dispositivo de coqueteo
se desvela antes de cualquier noche con la tristeza,
se penetra, ya entonces, en otra forma de admirar;
amarga alternativa ante el desbordamiento de la sangre
y queda mucho de la necesidad de permanecer aquí
diciendo: «En la caza, con buen conocimiento«.

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Balada de Cincinnati


Abandoned Cincinnati

Cargado originalmente por Ryan Thomas

En el fondo gustamos de vernos
nueve mañanas de otoño
salimos fijándonos en los letreros
que indican desayunos con respuesta

En el fondo la seguridad es bella
en el puente de hormigón
cuando la culpa de un berrido
tramita la esgrima de pasajeros

En el fondo nos han dispersado
los marineros de la paciencia
los camioneros de la deontología
y el fogonazo de mil poemas

Entretanto la luna como helicóptero
medio escondida entre telares de seda
concilia nuevas coreografías
para la civilización de las tardes

Ya que en el fondo son arrecifes
dispuestos en línea recta
para las muertes de los aviones
en las atmóferas de la ciudad moderna.

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De las sombras más pertinentes


lavomatique à poitiers

Cargado originalmente por Jules Aime

Algunas sombras no necesitan noche. Son sombras que parecen ruidos, se pegan al tiempo no tan rápido como los días pero con más inventiva. El día es una calle tomar una salida de metro fundirse en los espejos terminar con la proliferación de nuevas ideas. La sombra es un bosque bajar las ventanas conocer la temperatura curiosa sensación de escuchar efecto secundario de la densidad de correspondencias interrumpidas. La mitad de las sombras más pertinentes
Se quedó en la madera de la escalera de socorro
A ver si bajamos las expectativas de conocernos
Tendremos que empezar una vida como si fuera desde el principio
Eso es lo que significa comenzar las cosas sin sombras.

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Traducción mejorada del poema de Tobias Falberg

Como se habrá leido en los comentarios, mi amigo Búfalo me comenta la traducción y me corrige varias cosas importantes, y como sabe mucho más alemán que yo, asumo y enmiendo. Pero como su versión tiene también errores, considérese la siguiente versión como realizada a cuatro manos, no definitiva, pero sí más exacta:

Al principio te creé, te abandoné
en fuera de la arena, hija
del mar, en fuera del torbellino de las dunas

desgrané las gargantas
de las rodillas: su respiración subió
por mis dedos describiendo su paso

en sánscrito, en el libro negro
de los sentidos: habla
de la luz encallada.

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Un poema de Tobias Falberg

Propongo aquí mi traducción de un poema de Tobias Falberg, poeta, crítico y escritor alemán nacido en 1976, que reside en Nürnberg. Más información sobre él en poetenladen.de, excelente portal alemán de poesía.

Comencé creándote

Comencé creándote, te dejé
sobre la arena, de la Mar eres
hija, en el remolino de la duna,

Destapé las gargantas
de las rodillas: respiraron mejor
mis dedos describen el coño

en sánscrito, en el libro negro
de todos los pecados sentidos: se le escucha
desde una luz varada.

Original en alemán:

Ich erst erschuf dich

Ich erst erschuf dich, ich las
dich aus dem Sand, Meer-
tochter, aus dem Wirbel der Düne,

entkörnte die Kehlen
der Knie: ihr Atem lief an
meine Finger beschreiben den Schritt

in Sanskrit, ins Schwarz-
buch der Sinne: es spricht
von gestrandetem Licht.

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