Robo a los ermitas su calma, robo a los bebedores su recuerdo de yacimientos fenicios, no suele pasar que un acordeón repita las urgencias del Gran Gigante del Norte. Inventémonos un kilo de eficacias contra la sequía de las butacas, un fonógrafo de mentiras para los aspirantes al trono del Gas. Rastafaris se enfrentan con los zombies hooligans de recesiones venecianas, y la humedad de los forrajidos promete un renacer de fibras ópticas. Barro insistentemente los pocos elementos que me recuerdan las semánticas de las tribus a las que pertenezco, me refugio en tranvías de relaciones bárbaras, muchas veces las palabras se esconden para no enfrentarse con la ruptura de los valores vacíos. Los rastros de ciudad fagocitan la juventud, los delirios de ferocidad encierran maravillas africanas y los bárbaros, los bárbaros suben al tranvía del derrumbe de nuestros sueños y nuestras playas. Qué feliz es el niño en el trayecto a la escuela, porque su fantasía se expande en caseríos y en gimnasias, y en alucinaciones textiles. Un alud.
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Connivencias con el poder de El País
Tu mente dejándose llevar por mitos de bailes que se cumplen: es así en un andén, en un bar de Oporto, en el bar de un museo, de un discoteca o en otro tren. Hasta en un autobús, o cuando hablaste con traficantes de heroína poéticos en una celda o con inmigrantes sabios en un puerto. La verdad es que el Sur se deja en tu mesa mensajes cifrados de helicópteros en vuelo y reyes sin amantes. Tenías ganas de censura y tu presente se enfrentó con su pasado, que eras tú, y recibiste una buena paliza llena de promesas: la juventud. Te tiraste en un ejercicio mortal de irresponsabilidad al mundo de la honestidad intelectual. Saliste fortalecido, pero tus ganas de poder te volvieron a picar. Ya no comentas las noticias, ni bebes como antes: te reservas. Ya solo negocias la división del mundo desde un pequeño despacho. Los situacionistas te dieron un método y un escritor francés profético una meta: ahora en realidad ya lo estás consiguiendo, aunque apenas se aprecie. Pero sabes que no se lo debes al desierto. La felicidad insolente es una opción vital solamente bella cuando no se descubre otra salida más inocente. Los billetes para el viaje al lenguaje tienen suplemento por frecuencia de uso insólito.
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Una serpiente en la servilleta
Cenaba espaguetis sabrosos, y al pasarme la servilleta por la boca me espantó el contacto con la piel de una serpiente, que salió de la funda de algodón y se me cayó en las rodillas, dándome un susto. Decidí por fin deshacerme de ella: primero la cogí con el plástico al revés para no tocarla, di la vuelta como un bolsillo al embalaje, llené la bolsa de arena fina del desierto que tenía en la biblioteca, y tras cerrar la puerta, me dirigí hacia el bosque. Una vez allí la solté y se alejó rápidamente. Me pude tranquilizar para procurar saber cómo no había notado su peso cuando agarré la servilleta por primera vez. Después pensé que el peso que no noté y la aparición sólo se explicaban si la serpiente era la metáfora de otra cosa; pensé en el hambre, en la pobreza, en las angustias: tal vez todo junto, y también por separado.
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Jamás visto igual
Realmente la desaparición del mundo dejaría aún abierta la posibilidad de su reproducción en serie, película, videojuego o documental. «Érase una vez el sabotaje general», se inscribiría en la portada. Como en un autobús que nos llevaría de gira por el valle de crímenes contra la humanidad, posaremos tal vez como modelos en la pasarela de los pasados probables: empezar desde cero, unir cables, montar el guión de la ferocidad ambiental. La ligera brisa, la suave lluvia, la dulce tarde, sensaciones todas permitidas por ejemplo sólo para los perdedores del futuro y como premio de consolación por los esfuerzos realizados en vida. Y finalmente, un cementerio de las promesas incumplidas, los desastres no evitados y las destrucciones deseadas, se proyectaría en sesión continua en el cine de horror de la calle ocupada, la aldea borrada y el olivo arrancado. Llamar trigo a la tragedia, semilla a la humillación y tierra a la mentira colectiva. Ser todos palestinos de un gran mundo ocupado por la industria aficionada a las electrocuciones colectivas. No hay nada como la copia para capitalizar las pérdidas irreparables. Mala sería la recaudación si no fuera sin precedentes.
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Una frase sefardí
El maestro escribió en árabe en la pizarra una frase, podía ser «La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero de frutos muy dulces», o algo más silencioso, no buscaba el espectáculo con estas frases, sino acostumbrarnos a la enormidad de la sabiduría y a sus múltiples formas, registros e intenciones, pero ese día escribió también, después, como para no dejarla en el aire, una frase más, esta vez era sefardí, «Me tomo las de Villadiego», sí, típica aún en mi cultura anticuada de lector del ABC. Pues bien, entre la paciencia, el olor de los jazmines, y las de Villadiego, la golondrina de la lluvia recompuso en un instante en mi mente la leyenda del Corán celeste, guardado en una región incontrolada por los humanos quizás a medio camino entre Villadiego y al-Quds, entre el sufismo y Sefarad, ni en el Sur ni en la pizarra, pero sí entre siglos y maravillas.
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Unas gafas de John Lennon y un aceite mágico
Tardé increíblemente mucho tiempo en salir de ese salón de locos donde se sentaban escuchando a Hendrix una abogada rusa, un estudiante de Estrasburgo venido a menos y reconvertido en la producción musical, un trompetista francés que estaba con su novia, una inglesa de Ginebra que trabajaba en un banco, un periodista español que sólo hablaba de tortillas de patatas y de la movida de Madrid, un aristócrata francés que tenía absorbidos a un grupito de admiradores escuchando atentamente sus misterios de la realeza europea y sus conexiones con la actividad política subversiva, un surfista que estudiaba medicina en Lausanne y prefería hacer de cocktelero antes de tener que soportar la letanía de príncipes rebeldes, mientras yo sólo estaba allí invitado por el dueño, un italiano metido en la fabricación de vinos sin alcohol que buscaba socios para introducirse en el mercado de los países árabes. La mitad de la cantidad producida era pésima, y yo sólo podía recomendarle perfeccionar el producto antes de lanzarse en alocadas cruzadas, pero creía que me ponía de parte de los defensores del alcohol, así que era mejor no contradecirlo demasiado, y por eso decía sí a todo, mientras Suzanne, su mujer, me servía nuevas dosis de aceite mágico en la ensalada de patatas que estaba aliñándome. Era un bufé canadiense, y yo llevaba inoportunamente un poco de taboulé, cuando la conversación que dominaba mezclaba la islamofobia con un neocapitalismo fantasista y bienintencionado. La verdad es que ni cuando defendí a Obama pude remediar los equívocos, pero no estuve realmente incómodo hasta el final, cuando ya la gente se mosqueó al enterarse de que a pesar de que estaba bebiendo cervezas, fuera musulmán. No lo entendían. Me tuve que ir despidiendo, no sin alivio, y al salir a la calle para coger un autobús de vuelta, sentí el suave placer del alcohol calentando mi cabeza.
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Tras los pasos de Isabel
Las torres de las iglesias, sus campanarios, las putas cristianas que se enfrentan al Todo Dios Padre y al mar de los moros al Sur y al Este peinan la memoria de Isabel, hija y nieta de un paraíso llamado cine italiano desaparecido por arte de mafia y egoísmo insaciable de los grandes que todo lo copan. Isabel camina a veces por México acompañando a Buñuel, a veces va por Francia a remolque de lo que haga Deneuve, y otras veces por la Calle Mayor que la obsesionó de joven. Las pantallas se han caído de los cines y las plumas ya no compiten en las redacciones, e Isabel maldice a Marcello, se queja de la lluvia y mercadea flores rotas en la tertulia del capitán jubilado. El mar gana nuevas regiones todos los días, con sus generosos pechos que envenenan la imaginación de los mentirosos y las azoteas de los ratones. Isabel contempla una flor en un vaso, hay molinos salmodiantes en todas las reservas de la luz, jamás consentirá Isabel que el bosque pierda el olor de las cuchillas, el color de las botellas, la virtud de las cantantes nostalgias veinteañeras. Isabel sabe que el tren para el creciente exotismo remontará éste y otros baches de la edad. Isabel saborea lentamente las viejas cintas de celuloide que ya no serán proyectadas porque no hay público, ni besos, ni butacas ni helados para esta función, ni para la siguiente, ni la siguiente. Pero Isabel no se detiene y esta vez la belleza de Isabel estalla, en un baile con orquesta triste como la lejía y sucia de jazzes como el polvo del tiempo, de la ausencia, jaleada Isabel por las estrellas del hotel que limpia el horizonte con sus luces tan, tan, tan americanas.
(la imagen de un cine cerrado en Manzanares el Real está sacada del blog Zaragozando)
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Un bardo holandés en el Mercado Nuevo
Esta podía haber sido la historia de una cantante rock holandesa de origen marroquí que salió en todos los medios de comunicación por su juicio público, ya que fue acusada de contagiar un virus trágico de nuestros tiempos a varias de sus esporádicas parejas sexuales, o la historia de una de sus parejas contagiadas, pero será en realidad la historia de la abogada del padre de esa persona contagiada que denunció a la cantante, y la historia de un escritor encargado de investigar para un periódico de gran tirada todo el caso, con el propósito de obtener el mayor morbo posible de este triste asunto de sociedad. La abogada, por una ironía que no debe ser realmente casual, es también holandesa de origen magrebí, y se llama Aisha. Cuando Aisha regresa a su casa en tren y desde la estación va en bici, y cuando está sentada en el vagón de cercanías mirando las casas de los suburbios residenciales del cinturón de Ámsterdam, piensa en el racismo de la sociedad holandesa, y en cómo la única solución pasa por ser más dura que ellos, luchar como luchó en la facultad de derecho y más tarde para no casarse, ni con los ricos ni con los pobres, sino con los más ricos de todos, los empresarios jubilados, y sólo como abogada. Su cliente ha mimado a su hijo toda la vida, y por eso en vez de trabajar en los negocios que él sí mantuvo prósperos durante tantos años de bonanza económica de los 90 y los 2000, debido al aumento de las importaciones, el chico se dedicó pronto a las drogas, ya desde finales de los 80, y como apéndice a esa actividad se adentró en el mundo de la música rock y el sexo sin condón.
El escritor que tiene encargado la redacción de un largo artículo de «investigación» sobre el mundo en el que se confundían las extremidades de cantantes inseguras en sus cuerpos atractivos y hijos de papá con responsabilidades discográficas se llama Andrew, y Andrew suele caminar por las noches paseándose de coffee shop en coffee shop, ya no fuma ni bebe tanto como hace unos años, ahora sólo fuma porros muy ligeros y se sumerge en un paseo incesante entre los turistas y los estudiantes becados de toda Europa y Oceanía que pululan por las noches en las calles del centro, entre canales y balones y triángulos musculosos. Andrew quiere tener tiempo para escribir una novela más personal, con frases más trabajadas, pero para eso necesita sacar este artículo y enfrentarse a sus propios demonios ligados a novias de origen árabe en el instituto, noches de abusos cocainómanos y amigos muertos de SIDA entre la soledad y el reconocimiento por su labor artística.
Hoy Andrew y Aisha están sentados en una mesa de un restaurante de pescado en Hendrikkade. Sólo habían hablado por teléfono, por iniciativa común, pero llamó primero Aisha, aunque Andrew no hubiese tardado mucho. Sabían que tenían que enfrentarse a los intereses respectivos de cada parte. Andrew quería destrozar la reputación del hijo del papá, y Aisha quería satisfacer plenamente los intereses de su cliente, es decir, correr un tupido velo por encima de todas las actividades del que ahora tenía que ser la víctima, sólo la víctima, de una desaprensiva araña de melodías engatusadoras. Andrew observa a Aisha, disfruta viéndola comer con ganas y beber el vino blanco que ella misma ha elegido. Ella no se deja distraer por las miradas cada vez más amables del cuarentón fracasado y no menos peligroso que tienen delante, pero en su voz se nota que le gusta plantear la cuestión en los términos más técnicos y precisos que el tono de la conversación puede formalmente admitir sin que la comida se convierta en una exposición aburrida. Aún así, al llegar al café, Andrew invita a Aisha a seguir la conversación en un lugar más abierto -sorprendida, ella acepta ya-, aprovechar la tarde para pasear al borde los canales y llegar a un punto de entendimiento doble: él aceptará escribir un relato de los hechos sin ninguna piedad por la cantante, absolutorio y pudoroso con la verdad de los más ricos, y ella se dejará conducir delicadamente a un hotel esa misma tarde por él, que desea ya ser su pareja en las bicis de camino a su casa, en el tren, en la nueva vida que quieren construir juntos.
(imagen de un interior de hotel hortera americano sacada de wayfaring travel info)
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Las rachas de ventaja
La luz se tumba sobre la Plaza del Ayuntamiento de Valencia con severidad patricia, y Antonio reclama la atención de una señora mayor para preguntarle si conoce las islas Baleares. Mónica escribe sentada en la Plaza la Reina tres e-mails, con destino a pintores aspirantes a una plaza de residencia en el Tirant Pictures, el proyecto que coordina con un par de franceses en Valencia, patrocinado por el Canal + francés. No lleva gafas de sol porque a ella esta luz no la molesta, mientras Antonio en la otra plaza sufre con sus cuestionarios que deben supuestamente prepararle para ser un buen profesional del sector turístico, cosas del paro, la formación y las expectativas de futuro. Jamás pensaría que mañana se encontrará con Mónica de casualidad cuando ambos se cruzan -ella andando, él abordando a los viandantes- en sentidos contrarios por el Puente de la Trinidad.
-¿Tienes ganas de participar en un viaje? -va preguntando él.
-Depende de si es por España, no quiero salir de viaje para estar metida en un avión -responde Mónica, mientras le da la mano y se presenta.
-No sé que decirte, por un lado es cierto que Menorca está también cerca y es España, sólo tienes que coger un barco, pero me temo que no te apetece…
-No, pero déjame un folleto, estoy con un asunto y me puede venir bien la dirección. Aunque hoy con internet casi no hace falta tener nada.
Dos semanas después, cuando Antonio y Mónica ya se empiezan a conocer mejor y suelen quedar para pasear por los Jardines del Real, las revoluciones emocionales recorren los intestinos de Antonio, que elabora para disimular una teoría sobre las ventajas definitivas del ambiente semirural comparado con el agobio de las grandes ciudades. Mónica argumenta que las posibilidades están donde están, y que ahora que lleva ya unos años instalada en el centro, no cambiaría su piso fácilmente. Cuando la lluvia empapa las acequias y la ciudad chorrea las palmeras y los macdonalds, Mónica besa luminosamente a un Antonio frágil y tembloroso, le gustaría tener algo que proponer a cambio, mejor que sus manos papeladas de secretario de empresa de seguros, pero no puede, no tiene.
Mónica se ha ido al aeropuerto, apenas se han estado prometiendo visitas durante la comida. Ahora en la Catedral, enfrentado a un señor barbudo y ausente que no sabe si debe nombrar «Padre», pues su pudor le dará náuseas si se llega a sentir parecido a un fervoroso católico, Antonio medita si hará bien yéndose él también, pero él a Menorca, para hacer lo que se supone que es su gran oportunidad, trabajar en la temporada que comienza ya, en mayo. En medio de los turistas ingleses ahora dedica sus esfuerzos a intentar apreciar los colores del cielo, pero hay algo en las nubes que le recuerda siempre la frivolidad de los aviones, la metálica vibración de los términos empleados por Mónica para explicar su decisión: «los pintores necesitan una persona alegre, yo necesito ayudar, no ser la mejor amiga de unos pijos grafiteros que llegan aquí forrados con dinero del fútbol codificado. Me voy a reciclarme en terapias sociales, no me esperes si no estás seguro de quererme».
-¿Tú sabes dónde tú puedes alquilar habitación con balcón y piscina? No, es un broma, es que tú estás, tú sabes, parado, y qué estás…
El joven inglés que habla tan bien español porque estuvo antes viviendo en Salamanca un año le interrumpe en plena elucubración sobre la decisión definitiva que debe Antonio tomar para encauzar su vida. Casi se lo agradece, así puede deshacerse de la ideas más preocupantes. Se da cuenta de que odia el servicio directo, que es todavía algo que se paga, pero mucho peor a nivel emocional que las encuestas a pie de calle, que los dedos de los ingleses son tan deformes como las uñas de las señoras valencianas. La decisión de marcharse a trabajar a Menorca ha sido un error, pero no se atreve a regresar, y tampoco sabe si Mónica tiene todavía un hueco para él. Pero sí se entera que ella lo tiene, porque precisamente esa misma noche hablan por fin por teléfono y ella le dice que vuelva a Valencia, que ya tienen un plan alternativo, es un proyecto de las grandes empresas automovilísticas que desean fomentar la interacción entre velocidades humanas y mecánicas, se estrenará en Valencia y durará por lo menos durante seis meses, reacciones positivas entre coches y peatones, un fair-play piloto que se ejecutará con fondos de la obra social Mitsubishi. Mónica quiere que Antonio vea el piso, le encantará, es un ático con vistas al cielo. De hecho las nubes bajas de neblina horchata están impidiendo que tres días después un mirón desde una azotea lejana se deleite con los abrazos eróticos que allí se dan los dos.
(la imagen es un cuadro de Miró, Soirée Snob Chez La Princesse, tomada de Arte Spain).
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Verano en la carretera
Tenía apenas ocho años y no reinaba más que en los cromos, los cómics, los tebeos y como mucho la bici. Ocurrió una tarde de septiembre, salí con mi bici a dar la vuelta al mundo, y tratando de pedalear más rápido que los portales, derrapé sin quererlo y un coche dio un frenazo antes de que me atropellase. No me había pasado nada, no le había pasado nada a la bici. Sin embargo, al día siguiente, supe que no volvería nunca más a leer cómics, ni a salir en bici. Sí, a partir de ese día, la poesía era una obsesión con gusto de asfalto. Mi primer poema no fue muy bueno, pero ya tenía toda la amargura del veterano de las autopistas.
Por eso siempre digo que los camioneros son como catedráticos.
(Imagen sacada de la página personal del pintor Lorenzo Dupuis).
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Entrevista co Vampiro
Último dia de Novembro. Ano 2009. Século XXI. Vigo.
Non iba esa mañán con grandes espectativas. Pero en fin. Haberá que ir… por se esta é a oportunide…
Edificio de 12 pisos. No ático, 13 andar, a entrevista. 12 horas 45 minutos.
Chamo ó timbre. Abre un mozo sorinte. Hai música (clásica, creo) de fondo. Ambiente relaxado pero con movemento, con dinamismo. O mozo leva na mán un móvil.
-Hola, pasa..
– Hola, chego moi pronto?
– Non non, case mellor para mín, pasa. Ponte cómoda, en seguida estou contigo. (moi amable)
O mozo vai a unha sala contigua e fala polo móvil uns minutos. Antes, déixame un periódico para o tempo de espera.
A sala na que me atopo é agradable. Mesa branca e cadeiras vermellas, espaciosa, paredes en ton claro. Aquí deben reunirse. Ten un toque práctico e moderno. Penso que ao mellor non está mal este traballo, ao mellor me levo unha sorpresa e atopo aquí un bo lugar onde traballar. Non ten máis idade ca mín, non máis de 35 anos. O seu look é moderno, leva vaqueiros e camiseta de cores e formas chamativas da marca Des-igual, un pendiente e actitude desenfadada, activa. Pode que nos entendamos ben, ao fin somos da mesma xeneración, pode ser. Un tío solidario, implicado, feminista, comprensivo, serio, coherente. Un home do noso tempo. Bueno, a ver que pasa. Olleo o periódico.
– Bueno pois xa estou aquí! (obsérvame moito) Traballaches algunha vez nun centro de menores?
– Non, a verdade é que sería a primeira vez
– Pero coñeces o funcionamento, de qué se trata….
– Si claro, sei perfectamente como se traballa
– Ben, pois… Por qué Educadora Social? (actitude cómplice, tipo “ Hai vai a pregunta de rigor”)
– Porque entendo que para mín supón a coherencia plena entre traballo e valores persoais, por iso fixen esta carreira e por iso quero seguir traballando en este campo.
Mentras respondo, mírame atentamente. Os meus movementos, as miñas máns, os meus ollos.
– Qué experiencias laborais tés que estean relacionadas cos menores?
– Teño experiencia tanto en docencia como en Educación para a saúde con xóvenes e adolescentes, así como en atención social directa como Educadora Familiar. (Sígueme mirando esaxeradamente, como estudiándome).
– Ben ben… e poderías describir as túas tarefas como Educadora nun centro de menores? (cun soriso)
– Pois tería a responsabilidade de ser un referente para eles, acompañalos e asesoralos no seu proceso de mellora.
– Si, efectivamente, ademáis, traballarías cun equipo multidisciplinar e claro (actitude moi profesional), pediríamos moita capacidade de aprendizaxe, de resolución de conflictos, de asimilación do funcionamento interno, dos principios de traballo da institución… Neste caso trátase dunha casa de familia onde residen 8 menores de entre 0 e 18 anos. Temos 8 casas deste tipo. A túa tarefa sería de educadora facendo o que xa comentaches. Ademáis, traballarías a contención, xa que te direi que os menores que chegan ao noso centro enviados pola administración teñen graves problemas de conducta, algúns son infractores, non foron detidos pero cometeron delitos, problemas psiquiátricos, en fin, menores que non teñen intención de quedarse aquí e que queren marchar. Sin ningún tipo de motivación para o cambio. Bueno e moitos deles ademáis co problema engadido de consumo de substancias… Danse situacións moi difíciles no día a día…( actitude de reto, de seriedade) tamén claro, terías que cambiar cueiros se se dá o caso de bebés… bueno, un traballo multidisciplinar. En principio formarías parte dun equipo de 5 persoas: (explicando con dinamismo, enumerando cos dedos) un cuidador que se encarga das noites, un director, un educador coordinador e dous educadores que estarán os días. (con determinación) O que buscamos é cubrir o posto dun destes educadores de día. Os horarios serían de 2 a 10 da noite de luns a domingo, pero en semanas alternas traballarías de luns a xoves e o sábado entrarías para facer intensiva a fin de semana saíndo o domingo ás 10 da noite, ¿Enténdelo, o explicocho de novo? Tamén estamos pensando en facer algunha mañán… pero esas decisións… (moi neglixente) xa serían informadas pola dirección se xurdiran. Estamos reorganizando o traballo interno. Terías un més de vacacións (risas) e en principio estarías un més a proba, se a superas faríamos un contrato de 3 meses e despóis dun ano. Sen problemas,(desenfadado) se vés que non estás conforme nun tempo pois se rescinde o contrato e sin problema (risas).
O salario son 750 Euros coas pagas extra prorrateadas.
Silencio e Perplexidade. Quedei perplexa. Nese momento, sentín calor. Percorríame o corpo dende os pes ata a cara. Estaba ruborizada. Avergoñada. Sentía vergoña da vergoña que pensaba que sentía el por ter que soltarme tal cantidade de burradas, porén, él estaba moi metido no seu papel, parecía inmunizado, ou é que tiña unha grave falta de sentido do ridículo. A vergoña toda daquela habitación estaba en mín.
– Bueno… é un pouco baixo… (mirada e xesto de comprensión, de empatía)
– Moi baixo! ( incrédula)
– Páganos a Xunta, páganos moi pouco e…(resignación)
– Baixísimo… (indignación)
– Dígote unha cousa (cómplice cotilleo). En calquera centro de menores non te van pagar máis, e se o fán será porque terás moito máis volumen de traballo, é así. Somos entidades de iniciativa social.. Non podemos ofrecer máis. Non sei se che interesa…(mírame interrogante)
– Pois non me dá nin para a viaxe. (sigo en estado de alucinación).
– Normal normal, enténdote perfectamente! ( xesto de entendemento, de “canta razón tés”)
– Bueno pois, síntoo pero.. (interrómpeme)
– Nada Muller! Non te preocupes, qué lle imos facer! Enténdote (Reacción nerviosa e querendo ser amable)
– Síntoo por mín
Levántome e póñome o abrigo e a bufanda. Collo o meu bolso. El tamén se levanta e acompáñame ata a saída. Fai o xesto de darme o C.V. Eu dígolle que se quede con él. El dime que sinte haberme feito ir ata alí. Eu dígolle que non importa, que así sei coma funcionan e coñezo outras institucións.
– Pois outra vez será! Nunca se sabe! Encantado de coñecerte (dame a mán con forza pero sin apretar demasiado, con seguridade, como indican os manuales de RR.HH).
– Ata logo.
Baixo á rúa. Camiño. Collo o móvil no bolso.
– Hola, cómo estás?
–
– Ben ben. Si, acabo de sair…
–
– Pois mal. Non imaxinas o que me acaban de ofrecer…
“E lavouse as máns”
A modo de pequeno relato, describo unha entrevista laboral que resume a situación que estamos a vivir o colectivo de educadoras/es que aínda procuramos traballar naquelo no que nos formamos. Podería ser ficción, máis é pura realidade. Lonxe de ser excepcional, este retrato resume o que está a acontecer no sistema sociolaboral galego.
O que acaban de ler, que está sucedendo non somentes nos centros de menores, ven moi a conto co Informe e denuncia “Se volto, mátome” que Amnistía Internacional fixo público o 15 de decembro de 2009 en canto ao maltrato recibido por moitos menores en diferentes centros terapéuticos do Estado, e que provocou a indignación política en Andalucía e Cataluña. Tamén ten que ver dalgunha forma co mediatizado caso do “neno obeso de Ourense”, bautizado así polos medios de comunicación, e tutelado pola administración galega por considerar que a súa familia non é apta para velar pola súa saúde. Dende a administración, encargaronse entón de sair coa boca chea nos medios, dignos, heróes fervorosos, salvadores dese menor desprotexido, mentres el é tratado coma un mono de feira. Puro espectáculo. Mais o que non sae nos medios, o que non provoca o escándalo, é o que se agocha detrás de todo isto. Pregúntanse cómo funciona un centro de menores? Pregúntanse qué persoal, cántos e qué formación teñen as e os responsables dos centros? Pregúntanse qué salario cobran estas persoas? E o número de centros e de qué tipo hai neste momento en Galicia?
Sábese que a maioría dos centros de menores, 70 % aproximadamente, casas de familia e pisos tutelados son xestionados a través de Subcontratos que fai a administración a certas entidades sin ánimo de lucro, que se encargan de contratar á súa vez ao persoal ofrecendo salarios miserables por horarios infinitos.
Sábese que as e os educadores que se encargan de levar a cabo a intervención socioeducativa (pensando no mellor dos casos que se trate de persoal cualificado) carecen de recoñecemento profesional pola administración galega e que non teñen convenio propio, senon que están adscritos a convenios no mellor dos casos de Oficinas e Despachos, de fai 20 anos, o que facilita estes abusos a través desa “legalidade” infame. As consecuencias, como é lóxico, páganas directamente os e as menores que están en ditos centros que en moitos casos están en condicións pésimas a nivel de instalacións e de recursos.
Pois isto sucede agora mesmo, aínda que non interese que se faga público. A administración sábeo, e mira para outro lado. Os sindicatos sábeno e non se movilizan. Entretanto, como en Crónica dunha morte anunciada, o espeso silencio da falsedade e o entretemento dos reáliti mediáticos enchen os titulares con temas de despiste máis propios de relatos costumbristas que de custións políticosociais serias, centrando a atención nos quilos dun neno, que por certo, ten nome, chámase Moisés, e na proporción de sucre do turrón que vai tomar no Nadal. Non é isto maltrato a un menor?
Quixera sinalar por último o estrano e rechinante que resulta asistir as movilizacións e protestas xustas acontecidas recentemente polo despedimento e peche das Oficinas I+B do Consorcio de Galicia, nas que se implicaron os sindicatos coma era de rigor, e comprobar porén, que sabedores da situación patética na que nos atopamos, ningún colectivo sindical sae á rúa para esixir algo tan primario e básico coma un Convenio propio para un sector profesional que leva anos sendo humillado laboralmente pola administración. Por qué, se o saben de primeira man, non se denuncia e investiga a fondo e se leva ao Parlamento coa urxencia e firmeza que merece? Non habería que empezar por aí? A administración ten que resposabilizarse absolutamente do benestar dos menores e recoñecer a importancia da educación social, cambiando radicalmente a forma de levar a cabo a xestión dos seus centros, coñecendo de primeira man en qué situación se atopan os menores, e as condicións laborais das persoas que en eles traballan. Non sei que é máis grave, coñecer esta situación e lavarse as máns, ou alegar non estar informados, que xa é o colmo da despreocupación e da desidia.
Eva Cañizares Alvarez
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Contemplaciones filobibliófagas
«Pero no era posible seguir cultivando la imagen per se, que se traduce en orgía de los sentimientos espirituales, si vale la expresión. Y como la atracción del mundo simbólico -reino intermedio entre el de los conceptos y el de los cuerpos físicos- seguía frente a nosotros, decidimos abordar una sistemática exploración de la materia simbólica, hasta que ésta, rendida en lo factible, nos entregara algún oro de su caverna, a riesgo de percibir a veces los mítico de la empresa. De este modo nos pusimos al trabajo, consultando libros y libros, obras al parecer tan alejadas entre sí como el Mundus Symbolicus in Emblematum… cuam Profanis Eruditionibus ac Sententiis illustratus… del reverendísimo Domino Philippo Picinello; y los más recientes tratados de antropología y psicología profunda, sin descuidar –hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère– obras ocultistas como las de Piobb y Shoral, guiado en esto por la esclarecedora actitud de Carl Gustav Jung, en sus análisis sobre alquimia, que atestiguan hasta la saciedad su espíritu de humanista tan preclaro y abierto como riguroso en su sentido científico; avanzamos hacia el laberinto luminoso de los símbolos, buscando en ellos menos su interpretación que su comprensión; menos su comprensión -casi- que su contemplación, su vida a través de tiempos distintos y de enfoques culturales diversos, que ejemplarizan aproximadamente los nombres de Marius Schneider, René Guenon y Mircea Eliade, entre otros.»
Juan-Eduardo Cirlot, prólogo de la primera edición (1958) de Diccionario de símbolos, Siruela, Madrid, 1958 y 1997 (2006), p. 13.
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¿Dónde está el jefe?
Hay una ausencia notable en todas las fotos del G20. ¿Dónde está el presidente de Israel? ¿Dónde está el Ministro de Defensa israelí en la cumbre de la OTAN en Estrasburgo? ¿Por qué el país que manda sobre la economía y la guerra global no está en la mesa de la cena, ni en la foto de familia? ¿Hemos regresado a la metáfora del velo, de la cortina, de la cámara y la antecámara, del ocultamiento mesiánico del poder ante sus súbditos? ¿Es cierto que ya nada parece ni nada se oculta, sino que el poder delega en sus módulos alienados la fuerza de su violencia y la propaganda de sus amenazas?
¿Dónde está el jefe?
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¡El Plan Bolonia… en Japón!
«[…] En abril de 2004, las universidades públicas japonesas hasta ese momento organizaciones públicas, pasaron a ser «hojin», es decir, instituciones independientes con responsabilidad limitada. Oficialmente, esta reforma, que se inscribe en la continuidad de la desregulación de los años 90, pretende alcanzar cinco objetivos: instaurar la autonomía de las universidades; desarrollar prácticas de gestión procedentes del sector privado; aumentar el control de las universidades y someter su actividad a una evaluación externa; promover la autonomía y las innovaciones en materia de gestión del personal. Según Masaya Inoue, esta reforma es un avatar del neoliberalismo ambiente.»
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Eres un cielo
Me mandarás en primavera, un adiós, cielo azul,
Manzanas de invierno en toda la escalera.
Que no se te ocurra abrir la puerta o escuchar la ceniza de ideas.
Gigantesco convoy de ayuda cruzará el Norte de África hasta Gaza
Bismillah al rahmán y rahim
El convoy, compuesto por 110 vehículos cragados con comida, ropa y todo tipo de ayuda y conducido por voluntarios ha salido de Gran Bretaña, se llama «Viva Palestina -a lifeline from Britain to Gaza«, ha sido apoyado especialmente por el cofundador, líder político y diputado en el Parlamento del partido Respect británico George Galloway, y tiene previsto cruzar Francia, España, Marruecos y llegar hasta Egipto y la ciudad de Al-Arish, para forzar la entrada en Gaza por el puesto fronterizo de Rafah. Será el convoy británico más grande que haya atravesado el Norte de África desde la II Guerra Mundial cuando el 8º ejército aliado bajo el mando del general británico Montgomery y los voluntarios ganaron la guerra del desierto contra el ejército alemán en Egipto. Este es el recorrido, siguiendo el camino del Hach, tal y como se indiqua en la información del grupo de facebook al que animo a toda persona (amiga o enemiga de facebook) que lea este blog a sumarse. Hoy, mañana, pasado y el siguiente, «Viva Palestina» cruza España y se adentra en Marruecos:
2 Date Day of week Day From To KM Miles
3 14/2/09 Saturday 1 Westminster Ramsgate 123.6 76.8
4 14/2/09 Saturday 1 Ramsgate Ostend 104.0 65.0
5 15/2/09 Sunday 2 Ostend Bordeaux 885.8 550.4
6 16/2/09 Monday 3 Bordeaux Madrid 243.7 151.4
7 17/2/09 Tuesday 4 Madrid Algeciras 673.3 418.4
8 18/2/09 Wednesday 5 Algeciras Tangier (Morocco) 56.0 34.8
9 18/2/09 Wednesday 5 Tangier Rabat/ Casablanca 240.0 149.1
10 19/2/09 Thursday 6 Rabat/ Casablanca Fez 188.0 116.8
11 19/2/09 Thursday 6 Fez Oujda 320.0 198.8
12 20/2/09 Friday 7 Oujda Maghnia (Algerian border) 40.0 24.9
13 20/2/09 Friday 7 Maghnia Ain Temouchant 100.0 62.1
14 20/2/09 Friday 7 Ain Temouchant Oran 84.0 52.2
15 20/2/09 Friday 7 Oran Mostaganem 88.0 54.7
16 20/2/09 Friday 7 Mostaganem Chlef 132.0 82.0
17 21/2/09 Saturday 8 Chlef Algiers 316.0 196.4
18 21/2/09 Saturday 8 Algiers Annaba 488.0 303.2
19 22/2/09 Sunday 9 Annaba Tunis 252.0 156.6
20 23/2/09 Monday 10 Tunis Sfax 244.0 151.6
21 24/2/09 Tuesday 11 Sfax Gabas 120.0 74.6
22 24/2/09 Tuesday 11 Gabas Ras Jdeir (Libyan border) 188.0 116.8
23 24/2/09 Tuesday 11 Ras Jdeir Tripoli 160.0 99.4
24 25/2/09 Wednesday 12 Tripoli Misrata 192.0 119.3
25 26/2/09 Thursday 13 Misrata Marble Arch (Al Qaws) 452.0 280.9
26 26/2/09 Thursday 13 Al Qaws Benghazi 324.0 201.3
27 27/2/09 Friday 14 Benghazi Amsa’ad (Egyptian border)(coastal road) 540.0 335.5
28 28/2/09 Saturday 15 Amsa’ad Alexandria 500.0 310.7
29 1/3/09 Sunday 16 Alexandria Cairo 204.0 126.8
30 2/3/09 Monday 17 Cairo Ismailia 120.0 74.6
31 2/3/09 Monday 17 Ismailia Al Arish 180.0 111.8
32 2/3/09 Monday 17 Al Arish Rafah
Me parece lo mejor que puede hacer la sociedad civil, en Gran Bretaña y en todos los países que recorrerá el convoy, y me encantaría hacer ese recorrido algún día, es casi un peregrinaje común y por un motivo que trasciende el islam de algunos de los voluntarios. Felicitaciones a todos, y ¡adelante! ¡Allahu akbar! ¡Viva la solidaridad internacional!
¡Viva Palestina!
(Gracias a lu de El nido del cuco)
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La dictadura de Sharon, o matar a la bestia
Bismilah al rahmán y rahim
Israel está bajo la dictadura de Sharon. Este muerto-viviente o zombi lleva exactamente (o casi) 3 años en coma, desde el 4 de Enero del 2006 (lo consulté en wikipedia, que nadie se asuste pensando que lo sabía de memoria, pero yo no pongo el enlace porque no es información fidedigna), pero en esos tres años no ha dejado de gobernar, o más bien, de guiar a sus fieles mediante la teleterropolipatía. Las próximas elecciones en Israel son una forma de sacralizar por un artefacto acumulativo de arbitrariedades etnonuméricas en el mercado de los horrores la bendición del Sharon a su sucesor o sucesora. Pero entiéndase perfectamente que si la batalla entre los dos principales terropornocandidatos es la batalla entre Livni y Netanyahu, en realidad ambos son Sharon, que era del Likud con Netanyahu y fundó Kadima para el actual asesino en jefe Olmert y la sonrisa del terrorismo, Livni. Israel está bajo la dictadura de Sharon, y curiosamente la no-vida de Sharon que se prolonga hasta la incógnita corre en paralelo al desarrollo totalizador del espectro de su voluntad asesina en todo el régimen del Estado sionista. En realidad, matar a Sharon es tan sencillo y humano, casi misericordioso con lo que queda de biológico, desconectándolo de lo que le mantiene en estado vegetanecropolítico. Nunca una revolución para acabar con una dictadura podría empezar con un gesto tan sencillo, parecido al click de un ratón de computadora. Bastaría con plantear el debate, pero parece que en Israel Sharon es un tabú tan grande como una divinidad de la guerra, que se apodera de la mente de sus fieles hipnotizados por su mirada vacía. En los primeros días, me acuerdo, temí que Sharon se recuperara. Pensé que su muerte era un alivio para los palestinos, puesto que Sharon era el hombre al que no le temblaba el pulso para decidir matar a inocentes si eran palestinos o árabes. Pero a medida que pasaron los meses y que se cristalizó el status quo de su no-muerte oficial y de su sustitución temporal por Olmert, esa presencia permanente de un jefe que ya no debe someterse a las urnas y que vela como un Diablo sobre la masa elitista de sus seguidores nos demostró -no me atrevó a hablar de iluminación, pero casi- toda la miseria de una democracia de los elegidos tan enferma como su significante en jefe. Israel está bajo la dictadura de Sharon, y eso se concreta en terrorismo sin estrategia (ciego), en belicismo idealizador de la tecnoholocaustografía y en unas elecciones entre dos pretendientes a la unción de su Anticristo. Mientras tanto, su vicario, llamado Olmert, ya ha puesto más de 430 muertos en una semana y miles de heridos de no-nacionalidad palestina pero de carne y hueso y alma, en Gaza sitiada y paupérrima, para la oferta pública a los telespectadores de Israel y demás aficionados del mundo del espectáculo de su incuestionable capacidad de matar sin piedad (y lo condenan por corrupción: eso es la dictadura de Sharon también). Israel está bajo la dictadura de Sharon, y sólo los israelíes se salvarán a sí mismos de sus nefastas intenciones para el futuro. Sólo ellos pueden ponerle fin a esta dictadura y matar a la bestia.
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Los fueros internos ante la ausencia de la persona amada
Se supone que ya debe existir como disciplina académica, a saber, el proustianismo, el estudio y análisis de Proust y de En Busca del Tiempo perdido, en cualquiera de las lenguas en las que la obra ha sido traducida. Me centraré en este pasaje tan elocuente, que me resulta idóneo para describir la expresión sensual de una de las cosas que me pasan desde hace años. Las páginas se indican según una edición disponible en la Red (pp. 8-9 de Albertina desparecida):
«[…] y así a cada instante ocurría que alguno de los innumerables y humildes «yo» que nos componen ignoraba aún la marcha de Albertine y era menester notificársela, era menester -lo que resultaba más cruel que si hubieran sido extraños y no hubieran tomado prestada mi sensibilidad para sufrir- – anunciar la desgracia que acababa de suceder a todos aquellos seres, a todos aquellos «yo» que seguían ignorándola, era menester que cada uno de ellos a su vez oyese por primera vez estas palabras: «Albertine ha pedido sus baúles -esos baúles en forma de ataúd que yo había visto cargar en Balbec junto a los de mi madre-, Albertine se ha marchado.» A cada uno de ellos tenía que comunicar mi dolor, el dolor que no es ni mucho menos una conclusión pesimista libremente extraída de un conjunto de circunstancias funestas, sino la reviviscencia intermitente e involuntaria de una impresión específica, llegada de fuera, y que no hemos elegido. A algunos de aquellos «yo» hacía mucho tiempo que no los veía.»
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cítara o κιθάρα presentada a un poeta
¿Qué era para mí Granada antes de Elsa, qué sino una nostalgia al fin y al cabo como cualquier otra? Para florecer, todo grano necesita suelo y sol. Así Granada se alzó de la tierra de mis sueños por la luz de la mujer, que había pronunciado su nombre . . . A los que dirán que es un artificio, y creerán que su entrada aquí en el poema, mediante la voz de un anciano y su locura, es una sencilla ficción de teatro, a los que no verrán más que retórica como eco en el viejo de Granada, cuya edad sólo en meses difiere de la mía, del poema de Madjnún Layla que Djami acabó de escribir en Herat unos ocho años antes de la caída de Granada, contando él sus setenta años, […]
Louis Aragon, El Loco de Elsa.
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De Kant a Hegel
Érase una vez un estudiante alemán, que quería aprender filosofía. Como era alemán no tenía excusa para no empezar con buen pie, así que decidió comenzar estudiando a Kant. No había acabado de leer la Crítica de la Razón Práctica, cuando un amigo, también estudiante como él en Berlin, le aconsejó que saltara a Hegel. Sigue leyendo
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