«Nada más será como antes» en Portugal, dice agradeciendo al más de medio millón de votantes del Bloque de Esquerda el doctor Francisco Louçã, líder de la fuerza de la izquierda anticapitalista portuguesa. Las prioridades de los próximos 16 diputados serán pesar sobre el gobierno socialista en minoría para imponer la refundación del Estado social, de la política de Educación, la transparencia en la gestión económica y la lucha contra el desempleo y la precariedad. Es un resultado alentador para la construcción de la gran izquierda europea en todas las diferentes administraciones estatales, regionales y locales. Más allá del poder y la fuerza del NPA francés para movilizar y luchar en la calle, vemos el resultado de un trabajo serio y riguroso de una fuerza joven y vecina dispuesta a cambiar decisivamente la política desde la izquierda.
De Alemania, en cambio, nada bueno a corto plazo podemos esperar, sino todo lo contrario. La próxima coalición de todas las derechas bajo el mando firme de Angela Merkel anuncian un nuevo foco de liberalismo brutal que irá marcando el paso del resto de la gran maquinaria de la UE. El resultado del partido Die Linke ha sido bueno, con un 12 %, pero es un partido que lastra todos los problemas de unas estructuras y aparatos monolíticos, como sucede en España con Izquierda Unida.
La formación Izquierda Anticapitalista debe fijarse mucho en lo que suceda en adelante en Portugal, y aprender de nuestros vecinos la forma de hacer política que le permita tener su capacidad de representatividad e influencia. Yo apunto ya lo que me parece urgente, a saber, romper con un discurso filo-abertzale patético, que nos aleja de cualquier análisis certero sobre la realidad política y de libertades en nuestro país, y nos enmudece cuando hablamos de una alternativa seria al gangsterismo de Repsol y de Moratinos, a la miseria del aparato del PSOE y a la deficiencia culpable de la Administración socialista, sin entrar más en detalles.
Podré discrepar con Angela Merkel en casi todo, podré reprocharle toda mi vida su amistad con Bush, Olmert y tantos terroristas, podré incluso considerarla cómplice en el genocidio atlantista-sionista e israelí contra la población palestina de Gaza en la operación Plomo Fundido de Enero de 2009, mi Gaza 27/12 tatuada en mi mente, y le acuso de estar fomentando el terrorismo atlantista en Afganistán, pero le reconozco todo mi respeto por haber sido la única persona con cierto poder en la Unión Europea que ha demostrado una mínima preocupación por la promoción de un negacionista profesional en el seno de la Iglesia Católica, el obispo Williamson, y así se lo haya indicado al Papa neonazi Benedicto XVI, ciudadano de origen alemán a pesar de su reino en el Vaticano de Roma. Angela Merkel rompe así la infamia del silencio de los 27 gobiernos de la Unión Europea y de los EEUU, y rompe el vergonzoso monopolio del Rabinato de Israel en la denuncia del antisemitismo, negacionismo y revisionismo. Nunca más debe ser Israel el único foco de denuncia del antisemitismo, del negacionismo y el revisionismo, y es de por sí una vergüenza de todos los europeos que tengamos que asistir a la renuncia por nuestros gobiernos de su responsabilidad ineludible en la lucha contra el antisemitismo. Renuncia que nada me desmiente que no esté ligada a un fenómeno archirracista: el antisemitismo que permite el desarrollo constante del sionismo en Europa. Angela Merkel parece ser la única persona que aún no está borracha por el cinismo de tantos y tantos gobernantes, y aunque sigo considerándola como una adversaria en el terreno político, quiero demostrar aquí mi agradecimiento por su gesto, y quiero animarla a que siga exigiendo explicaciones y una retractación al Papa, el Papa neo-nazi Benedicto XVI.
No distingo entre la islamofobia y el antisemitismo. Los antisemitas son islamófobos, y los islamófobos son antisemitas. Quienes desde una identidad atea denuncien todas la religiones deberán hacerlo sin antisemitismo. Y quienes desde una identidad religiosa o atea quieran denunciar el terrorismo de Israel deberán hacerlo desde el más estricto antisionismo, que es incompatible por principio con la islamofobia, la judeofobia y el antisemitismo. Todas estas luchas están ligadas y van juntas. Es una lucha antirracista que asume la importancia del antisemitismo y la islamofobia como racismos inscritos en la historia, y que no se pueden diluir en consideraciones atenuantes de índole pseudo-ética. Todos los racismos son históricos, pero no es pertinente equiparar históricamente el racismo con los chinos, o sinofobia, por poner un ejemplo, con el antisemitismo o la islamofobia, al menos en Europa. Son fenómenos suficientemente dispares como para que no se confundan por pereza intelectual. De hecho, el antirracismo es un combate permanente contra la ausencia de pensamiento. En el fondo, la reacción de Merkel merece elogio porque ha demostrado que sigue pensando, que sigue estando viva. La situación del resto de dirigentes europeos es por contraste un estado letárgico que no merece sino el rechazo, la condena y la denuncia. Wa Allahu akbar.