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Yo me pondría un swatch

Para Búfalo

En las tiendas de relojes, los swatch eran los más intrigantes. Salían cada hora de la tienda, y entre los pitidos y los sueños de Hawai, la repetición era exactamente segura. Los dibujos estaban bien, los textos eran panfletos contra la soledad y disfraces en la calle que danzaban contra el Demonio de los exámenes. Rodaban los árboles a los pies de los gigantes. No quedaban renacuajos, podíamos poner la música alta y hacer cuentas. Polly y Billy  corrían más rápido, eran capitanes del equipo de los rutinarios, «esto nos gusta», era atosigante.

En las tiendas de discos, en cambio, yo buscaba en solitario algo de John Lennon y acababa siempre cogiendo Tommy  de los Who. Las libélulas se habían esfumado y el corazón estaba más espía que nunca. Leyes adecuadas para los okupas, subdivisiones de momentos críticos para los tipos diferentes de memoria. Polly y Billy ya no ganaban nunca («esto no nos gusta», era triste), los tapices de las peleas estaban llenos de polvo, y mientras nos buscábamos, la luz no se podía ya encender. Luego amontonamos  los bomberos, los ferrocarriles, los restaurantes chinos y el gran salto adelante de la poesía escrita. Yo me pondría un swatch para contar las ideas que he tenido que ir borrando.

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Carta a Búfalo

Yo tenía 16 y ella unos meses menos. Le decía a los amigos: estoy enamorado de ella, véte a decírselo. Alguno la primera vez lo hizo, pero con el tiempo pasaban, me decían que ella ya lo sabía. Entonces yo insistía: no, es que ella no se entera, yo la quiero, la quiero la quiero. Un pesado. En los bares donde aún no bebíamos alcohol, los mayores jugaban al billar, hablaban de motos y de música tecno. Yo me quedaba pasmado mirándola. Si estudiaba piano, yo tenía que estudiar piano. Si quería tocar la guitarra, me ofrecía a darle clases. Escribía un poema donde ponía «… volver a vez tu tez mora«, y se lo mandaba por intermediarios cansados.

Después la vi en Madrid, ella iba a Lisboa. Fuimos a Badajoz y me metí en una casa llena de papeles de plata, me sacaron un cuchillo, cuando volví, cagado de miedo, ella me dijo que era un inútil.

Después la vi en un sueño. Estaba colgándose de un árbol, y yo quería subir, trepar, para abrazarla, entonces la rama se rompía, y acabábamos los dos en el suelo, ¡por fin abrazados!

Después la vi en París. Trabajaba de becaria para la Unesco. Yo estaba vendiendo hachís en el Quartier Latin. Entramos en el teatro donde siempre ponen La Cantante Calva de Ionesco. Nos reíamos, ese texto lo habíamos interpretado juntos en el instituto, nos sabíamos la escena de los malentendidos de memoria, pero la intepretación profesional superaba con creces nuestras viejas proezas.

Después coincidimos en Miami. Se había casado con un rico millonario egipcio. Yo era traductor del principal capo de la mafia cubana, me sobraban los billetes de cien dólares, pero estaba mucho más calvo y mucho más gordo. Le conté una a una todas mis peripecias, que si las bandas, que si el árabe que me abría puertas en los palacios de la cocaína, que si las carreras de caballos, que si me gustaba aún bailar el vals.

Ahora, Búfalo, cuando pienso en ella, lamento no haber escrito antes una novela.

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una utopía queer andalusí

¿Y si caer en todas las trampas tiene un encanto que justifica las contrariedades? Caí en la trampa del árabe, y aquí estoy, trece años después, con dificultades para entender cualquier cosa, una novela, un poema o un artículo. Pero gracias al árabe la poesía siempre me ha entrado de otra forma, no como algo provisional, sino para toda la vida. El islam, más. Sigo sin hacer cinco salat al día, que no es mucho pedir, pero al menos hago uno, que no es poco. Con el islam he evitado culaquier complaciencia con el capitalismo y la derecha. Soy anticapitalista porque ya era antes musulmán.  Y eso que hay un islam capitalista, por supuesto, y al servicio del sionismo. La seriedad en los estudios, otro callejón. Aquí estaba esta tarde, una vez más con Ibn Quzmân, pero es que es impresionante, su poema en el que enumera los guapos de Córdoba me sigue sorprendiendo diez años, ocho años, cuatro años después. Y no solamente me sorprende, me frena, porque cuando parece que se trata de sacarse la idea de la cabeza de una apología de la cultura queer en al-Andalus, llegas a este poema y ves que no, que sí hay una utopía queer andalusí. Que Ibn Sahl no forme parte de ella es otro problema, mayor aún si cabe, pero es otro problema.
Camille de Toledo. Todo hubiera podido ser una mera traducción, parcialmente satisfactoria, una buena experiencia y un buen recuerdo de ****, pero es que es un escritor inagotable, tanto en la novela El Bosco al revés, que sigo sin traducir desde que volví a empezar desde el principio, como en la siguiente, Vidas y muerte de un terrorista americano, que es un revulsivo enorme, potente y trastornador de todo lo que atañe a la época hiperterrorista actual: la Biblia, los EEUU, la música de Bruce The Boss, culaquier amistad de tres amigos dispuestos a montarla y el dolor de un guión que se arranca con mentiras. Pero es que además está su propuesta antiexótica de Viaje al Flurkistán, algo que no tiene comparación a nivel de debate literario en España, y el último ensayo, que ni he leído, sobre la tristeza europea, y ya me obliga a darle de nuevo la razón. Cuando el otro día me enteré de que va a estrenar de forma inminente  La caída de Fukuyama y vi el video en dailymotion, me emocioné, porque es genial, precisamente cuando Mara Torres tiene problemas para hablar de la década 2000-2010, el artífice de la fórmula 119911 aplasta una vez más las cenizas del 11-S para sentenciar diez años perdidos en una guerra absurda en Afganistán. Cuando estos días salía Rasmussen «consternado» hablando de errores de la OTAN me daban ganas de reírme cínicamente, aunque sea tan triste. ¿Cómo va a ser un error la consecuencia de tantas decisiones abusivas y contrarias a los DDHH, cómo se atreven a llamar error lo que ha sido una constante determinada por las propias condiciones de una ocupación demencial?
El monedismo. Broma, serio ensayo, decadencia, estafa y esperanza. De la vitalidad de una época colectiva me he empeñado en sacar los zumos menos espontáneos, con la única intención de ser fiel a mí y a los demás que por allí pasaron. La fidelidad desde entonces ha pasado por todo, desde la ruptura de una amistad con Kike hasta un diálogo al límite con la escritura de Búfalo. Búfalo es probablemente el único que saldrá escritor de todo esto, porque tiene la fuerza de los chicos que jugaban al ajedrez de verdad, es decir, que preparan las jugadas de antemano. No doy para la inventiva aftergore, porque no tengo la cultura del thriller, pero me apuntaré como sea de testigo a lo que será una carrera de fondo en el estadio de la letras hispánicas. Me apuntaré con mi técnica, que es la trampa de los libros enloquecedores, y para eso ya me conocen * y ** y ***, siempre leeré en voz alta mientras pueda porque así me entra la voz de los narradores sin forzarme a releer las frases cuatro veces. Hoy las materias primas producidas en Ameríca Latina y a la merced de las políticas capitalistas europeas y americanas, como el oro y la plata, el cobre, el azúcar, el café, el cacao, la goma de caucho, el algodón o la fruta, siguen siendo la misma fuente de desigualdad que señala Galeano en Las venas abiertas de América Latina, así que se apreciará cómo es de instructiva dicha lectura. Pero es que son todas geniales, el ensayo de Andreu Domingo habla ahora de los orígenes de los modelos demográficos que sivieron últimente para clasificar la riqueza, el ránking de los países dominadores sobre los dominados, colonias y ex-colonias. Sloterdjik me está encantando en sus reflexiones sobre los ancoretas, los famosos Simones del desierto, porque siempre he sido incrédulo de que una persona pudiera aguantar tres días en una columna, y en el siglo V en el desierto de Palestina y Siria eran muchos los que admiraban la proeza de un anacoreta subido durante  (¡treinta!) años a diez, veinte metros de altura. Incréible y fascinante, la huída del orden del mundo para demostrar la existencia de Dios a los paganos. Naturalmente, piénsese así mejor los orígenes del islam y el papel humano de Muhámmad en el desierto de Arabia; por muy firme que fuera su rechazo a la riqueza, está claro que corrige el exceso de estos ascetismos cristianos.
No comentaré aquí Eduardo Pondal, tampoco Ánxel Laxe, ni los poemas bien medidos  y mejor domados de Helena de Carlos, tampoco alabaré la genialidad del Quijote ni la energía de Saramago. Ya me doy por satisfecho con haber pensado en estas cosas, en el soneto XX de Shakespeare y en los hermanos de Whitman, que son todos los hombres, y sus hermanas y amantes, todas las mujeres, porque en el texto se dicen muchas más cosas que así quedan casi al borde de mi mesa. Es como si hablara de la categoría marxista de la totalidad en manos de Lukacs, mejor no resumir.

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Hinterlassen Sie Ihren Herz (¿Herzen?) – Ich.

España no se merece la vergüenza de tener a su mejor escritor exiliado de profesor en Alemania.

¡Qué vergüenza nacional!
Volverás a hombros, y tus retales serán rosas.

Y de noche que no haya calma
si quedan dedos para dibujar
estos fantasmas en tu espalda

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