Estoy más que cansado, pero también es cierto que tengo más de una idea en la cabeza que madura desde hace un par de semanas, después de las elecciones en Irán, el fraude en el resultado, las manifestaciones y la represión, y las rupturas o alianzas decisivas a nivel geoestratégico que se han cristalizado en apenas 15 días, aunque por supuesto estuvieran latentes desde al menos la guerra israelí contra el Líbano en verano del 2006. Quiero meditarlas y escribirlas. Y anuncio mi intención de no ceder en mi postura situjihadista.
La Guerra Fría fue un periodo injusto y largo que se caracterizó por la utilización de los deseos de emancipación universales con fines espúreos por parte de los dos bloques antagónicos en apariencia pero simbióticos en esencia, el capitalismo concentrado del pacto de Varsovia y el capitalismo difuso de la OTAN. Tras el derrumbe del muro de Berlín, y la fase de desarrollo exponencial de la especulación gaseosoinfopornocapitalista en la década de los noventa, el 11-S inauguró una nueva etapa ante la incredulidad de todos, y no fue ni más ni menos que la restauración de las Cruzadas. Bush y AlQaeda se entendieron perfectamente y en la misma línea el sionismo cristianojudíomusulmán extremista hizo de la destrucción de la causa palestina su principal objetivo, mientras que AlQaeda hizo de Afganistán y el país ocupado de Irak dos campos de entrenamiento y sangría de inocentes, ampliando así el terreno de lucha, que alcanza en la actualidad países tan pobres y castigados como Somalia, Pakistán o Mauritania.
Voy muy rápido, pero es que es para llegar a 2006: ataque masivo de Israel al Líbano. Incapacidad de Israel para conquistar por tierra el sur. Ataque a Gaza. Bloqueo de Gaza. Solidaridad internacional creciente con Palestina. Llegamos a diciembre de 2008: nuevo ataque israelí contra Gaza, y ruptura patente entre la complicidad de las clases dirigentes de los países europeos y árabes y la solidaridad sustancial de la ciudadanía con la población palestina.
Quiero resaltar este hecho, porque en febrero, en la inauguración de la presidencia de Obama, algo olía mal, olía mal la comida pudriéndose en los pasos fronterizos esperando llegar a Gaza, donde la población castigada por todo tipo de bombardeos y terrorismos soportaba la necesidad urgente de productos básicos con una fuerza y entereza indescriptibles. En esta primavera, George Galloway organizó un convoy desde Gran Bretaña a Gaza que pasó por España y los países árabes, llevando alimentos, ropa y ambulancias a la población de Gaza y rompiendo el cerco y el embargo ilegal que los egipcios a las órdenes del fascista Mubarak cumplían para obedecer a quien más manda, Israel. La victoria de la ultraderecha en ese país no es en realidad más que el preludio de lo que ha pasado en Irán. Aunque haya habido un fraude colosal, hoy pienso sinceramente que es más que probable que Ahmadineyad gobierne, si no los cuatro próximos años, por lo menos un buen tiempo. El propio carácter eminentemente pacífico de las protestas honra a los seguidores de Musavi y otros oponentes al régimen, pero no puede poner en apuros a un sistema blindado y fascista que está dispuesto a no perder el poder por nada del mundo. Más aún: la felicitación reiterada por Chávez, presidente de Venezuela, a Ahmadineyad, como triunfador de las elecciones, ha puesto en un aprieto a más de uno en la izquierda, a mí el primero, pero sobre todo ha supuesto, a mi modo de ver, la plasmación irrefutable de una ruptura insalvable en el anticapitalismo: los que se suman a Chávez por un lado, y los que, como yo, seguimos un análisis que denuncia el fraude electoral, condena el fascismo de Ahmadineyad, apoya a los manifestantes y a Musavi, rechaza elegir entre la solidaridad con Palestina y con Irán, y no denunciar por igual a todos los aparatos de represión policiales, militares y propagandísticos que se abaten sobre los palestinos, las palestinas, los iraníes y las mujeres iraníes.
Pero lo que yo o Slavoj Zizek como anticapitalistas europeos pensemos sobre Irán importa poco comparado con lo que realmente está cociéndose, que es ni más ni menos que una segunda guerra fría entre el imperialismo de EEUU y Europa por un lado y el bolivarismo y el islamofascismo por el otro. La 2ª Guerra fría puede ser, esperémoslo, más pacífica que la primera, que aunque fue fría, básicamente por no emplear bombas nucleares (excluyo Hiroshima y Nagasaki, que pertenecieron al ciclo de la 2ª GM/Auschwitz), no fue en absoluto humana, sino todo lo contrario: Corea, Vietnam, la guerra Irán-Irak y las represiones de los continentes latinoamericano y las guerras en el africano lo demuestran con creces. La 2ª Guerra Fría es el nuevo invento del capitalismo, su nueva mutación. Sus iconos respectivos son Obama y Chávez, pues bien creo que es éste último quien realmente trasciende la realidad nacionalista de su antiimperialismo. Pero como buen situacionista islamista, no me dejo engañar: ambos están ahí para obstaculizar la emergencia de un anticapitalismo emancipador que barra sus patrias, religiones, explotaciones y miserias, y abra las puertas de la liberación de cada uno y para todos. Allahu akbar.