Bismilah al rahmán y rahim
Nuevas declaraciones de Tariq Ramadan de carácter homófobo, en el programa de radio «Générations citoyens«, y con además la «obligatoriedad voluntaria» del velo a partir de la «edad de razón», es decir, «14, 15 años».
Dejo la cuestión del velo, me lo tengo prohibido, me concentro solamente en la cuestión del discurso homófobo (en torno al minuto 30, y unos minutos después). En realidad, el mecanismo está muy rodado
1) presupuesto indiscutible: todas las religiones, «incluso el Dalai Lama» (bis), prohíben la homosexualidad, «incluso la condenan».
2) inmediatamente: «ahora bien», no se trata de pensar en castigar.
3) no se debe imponer al islam que acepte «el acto«.
Es un esquema feroz. Porque no se trata de que admitamos ingenuamente una aceptación de las personas de forma abstracta, sino de defender el respeto incondicional a todas y todos en su integridad, en su identidad, que incluye su sexualidad, que es su dignidad.
Las religiones no dicen nada sobre la homosexualidad que no sean solamente sus lecturas patriarcales. Sus lecturas feministas demuestran fehacientemente que cualquier texto tiene una dialéctica entre lo unívoco y lo equívoco que se ejerce en cada una de sus secuencias léxicas, sintácticas y contextuales. El resto es manipulación que pretende mantener unos esquemas sobre la sexualidad aberrantes e hipócritas. Las menciones de Tariq Ramadan a los textos no son sinceras, puesto que ignora deliberadamente los comentarios que cuestionan la supuesta homofobia , que desmienten la anulación de la vitalidad del Corán.
Para acabar, el programa degenera definitivamente entre bromas entre presentadores (hombre y mujer), Tariq Ramadan y el cantante de rap Médine, que además de ser de pésimo gusto, eran insoportablemente machistas. No soporto las «bromas de cama» de mujeres activas en la política, por muy de derechas que sean.