Aguirre, que también sostuvo que Zapatero se presenta como «el adalid de la modernidad», dijo que el Ejecutivo central sólo tiene la intención de «meter el dedo en el ojo y dividir a la mitad de la sociedad española» con leyes como la de la Memoria Histórica, la denominación de matrimonio a la unión entre homosexuales, la de Igualdad o la del aborto. Además, recalcó que el presidente ha avanzado «hacia un país basado en unos principios que son la herencia del socialismo más antiguo mezclados con algunas recetas de los movimientos anticapitalistas, antiglobalización, antiamericanos, antisemitas…».
Primer mandamiento para cualquier político con una mínima dignidad: no usarás el antisemitismo en vano como calumnia para obtener réditos políticos. Puestos a decir la verdad, la única verdad, a Zapatero y a su ministro Moratinos habría que denunciarlos más bien por su seguidismo de EEUU con respecto a la ocupación y colonización israelí de Palestina, que intentan minimizar mientras que premian al ex-presidente y usurpador de la presidencia de la AP Mahmud Abbas, y a Israel con nuevos acuerdos comerciales en el ámbito de la investigación y la seguridad, y por haber cambiado la ley sobre Jurisdicción Universal para beneficio de dictadores y criminales de guerra, por exigencia de los gobiernos israelíes de Olmert y Netanhyahu. Pero Esperanza Aguirre ha optado por el «todo vale», como Netanyahu. En efecto, los primeros ministros y demás ministros israelíes varios, así como los neocons republicanos y europeos, nos tienen más que acostumbrados a este mecanismo infame de ocultación de la realidad.