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Lluvia iraquí de verano

Del gran poeta iraquí Badr Šâkir al-Sayyab, el poema «Lluvia».

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La verdad sea dicha sobre cierta poesía española

paisaje

Hay poetas y poetas, hay poetas de verdad y poetas que luchan por ser poetas, y también poetas que pretenden ser poetas y nunca logran más que un intento perezoso. Hay poetas que se salvan no por su poesía sino por ser de izquierdas y valientes, mientras que los poetas de derechas, cuando además son malos poetas, no tienen remedio. Hay poetas de derechas buenos, y muchos poetas de izquierdas muy buenos, y unos cuantos poetas de izquierdas malos. Hay poetas cristianos, musulmanes, ateos y protestantes, judíos y/o cosmopolitas, y autóctonos y/o localistas. Modernistas y académicos, bohemios y enrabiados. Hoy voy a hablar de un gran poeta que ha sido insultado por un poeta regular, que además lo ha hecho para vender un libro (probablemente más que prescindible) sobre otro poeta. Una historia de poetas.

La historia comienza con una muerte, la muerte de un excelente poeta, Mario Benedetti. El gran poeta Antonio Gamoneda, molestado por algún ignorante periodista que no había leído a Benedetti ni a Gamoneda, porque si no, uno no se explica a cuento de qué le pregunta al segundo sobre el difunto primero, tuvo la osadía y sinceridad de decir que Benedetti llevaba tiempo alejado de la esencia de la poesía.

Y ahí comienza la historia. Empecemos por esa declaración: me emocionan muchos poemas de Benedetti, no comparto la crítica feroz que le han dedicado algunos amigos también poetas, pero Gamoneda tiene todo el derecho y además con razón para declarar lo que ha declarado. Basta con repasar las muchas publicaciones de Benedetti para tener que admitir que no todo vale lo mismo, y que, en general, la falta de imagen poética labrada en el duro momento de intensidad áspera se suple con simpatía, arte en el que Benedetti, por ser tan profunda y auténticamente de izquierdas, superaba con creces a todos los demás.

Pero la sinceridad de Gamoneda molestó. Y molestó a una serie de personajes que se retratan a sí mismos en su indignación: Chus Visor, editor y mercantilista, Benjamín Prado, arribista profesional, y Luis García Montero. Me quedaré con el tercero.

Admitía hasta hace poco que García Montero criticara espontánemente a Gamoneda por su declaración, que siendo poeta de la nueva sensibilidad, u otra sensibilidad, o incluso de la experiencia, ni más ni menos, o sea, de los de la palabra que te llega directamente, defiendera la poética de Benedetti. Todo entra dentro de lo razonable. Pero sale de lo razonable cuando hoy en una entrevista en directo para un canal tan comercial como CNN+, en horario de gran audiencia, repite los insultos a Gamoneda, esta vez con mala fe, puesto que se permite sugerir que si premiaron a Gamoneda fue por razones políticas, y que es un «Cervantes sin lector», literalmente. Y ahí es donde salto yo, defiendo a Gamoneda y me enfrento a García Montero.

Porque Luis García Montero está insultando a un poeta que durante años fue castigado por la censura de Franco, por escribir una poesía dura y sin concesiones. Y cuando escribió poesía pura, pasó por una travesía del desierto que se explica básicamente por la falta de cultura del público. Cuando el reconocimiento general le llegó, a través de tan grandes e importantes premios como el Nacional de poesía o el propio Cervantes, Gamoneda se comportó con toda la elegancia y dignidad requeridas. Antonio Gamoneda se ganó su público lector por mérito propio. Con gobiernos de derechas (PP) y con el PSOE (derechas e izquierdas, no nos engañemos mucho).  Yo llegué a Gamoneda por recomendación y así es como crecen y se dan a conocer los buenos poetas.

Luis García Montero, en cambio, tiene su puesto de profesor, cosa que está muy bien en abstracto, pero que en lo concreto le pierde, le hace comportarse como un sabelotodo de izquierdas que se pasa el día dando lecciones, para vender libros casi siempre, como la biografía de Ángel González que  ha perpetrado y que está promocionando esta temporada. Mala debe ser dicha biografía para que tenga que ensalzar la figura del poeta biografiado achicando la de Antonio Gamoneda.  Y malo será como profesor cuando se repite en sus clases extra-muros. La segunda crítica a Gamoneda en televisión y con alevosía ha sido un acto vil de resentimiento, despecho, ignorancia y mala fe. Luis García Montero será muy de Izquierda Unida, pero se comporta cada vez más como los burros de UPyD, Antonio Muñoz Molina, Fernando Savater y Jon Juaristi (no sé si este ya es directamente del PP). En realidad, y aunque se comportó decentemente en época de Aznar, defendiendo en solitario a los estudiantes andaluces contra la LOU, Luis García Montero se ha encasillado él solito en un puesto cómodo de gerifalte de los  literatos advenedizos de las letras españolas, con más presencia mediática que poética. Otor día in shâ’ Allah atacaré a otros de su pandilla…

Pero basta de palabras, y comparemos en frío dos fragmentos de dos poemas, uno del insultado y otro del insultante insultador, adivinen de quién es cada uno. No merece la pena decir mucho más, basta con leerlos:

«[…]

Yo me bajo en la próxima, murmuras.
Me conmueve el recuerdo
de tu piel blanca y triste
y la hermandad humilde de tu noche,
la mano que dejaste
olvidada en mi mano,
al venir de la ducha,
hace sólo un momento,
mientras yo me negaba a levantarme.

[…]»

Luis García Montero, del poema «Mujeres», en Poesía urbana, Renacimiento, Sevilla, 2002 y 2007, p. 176 sq.

«[…]

Callada tempestad. La vibratoria
existencia del sol, la que tortura
lívidas lomas, parameras turbias
en la tierra exterior, aquí sostiene
un lienzo musical: nervios de sombra,
como un árbol delante del crepúsculo,
no imponen pausa sino negro impulso
en la arbolada vidriería.
Es
un mundo. No músculos, cabellos;
no túnicas redondas, accidentes;
sólo estaturas, transparencias, fuegos.
No libros, atributos, gestos, lomos
hirvientes de corcel, águilas, cetros,
ballesteros y muerte; sólo una
cegadora, bruñida altanería.

[…]»

Antonio Gamoneda, de un poema sin título del poemario «Pasión de la mirada» [1963-1970].

Hay poetas y poetas, hay poetas de verdad y poetas que luchan por ser poetas, y también poetas que pretenden ser poetas y nunca logran más que un intento perezoso. Hay poetas que se salvan no por su poesía sino por ser de izquierdas y valientes, mientras que los poetas de derechas, cuando además son malos poetas, no tienen remedio. Hay poetas de derechas buenos, y muchos poetas de izquierdas muy buenos, y unos cuantos poetas de izquierdas …

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¡Así suena de bien el monedismo!

Yo no quise escuchar tu corazón

hasta escuchar el mío

y me sentí desesperado

como un niño perdido

Yo no quise escuchar tu corazón

hasta escuchar el mío

y una rosa blanca amaneció

cuando te habías ido.

De «Pollo» aka «Ojos Negros» aka Arthur Stone. Gracias al camarada accionista  Oliver. Grandes fingidores monedistas de nuestros tiempos más poéticos.

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Short Canyon Rock (glosa a un medio verso de Horacio)


Short Canyon Rock Art 2

Cargado originalmente por Desert Woodrat

Ut pictora poesis (Horacio, Ars Poetica, 1. 361)

Trovo con naturalidad las etiquetas,
las tarjetas más famosas sobre los aciertos
enfatizando la palabra en los episodios
sobre diagramas de próximas reducciones.
Prescribo una equivalencia de posiciones
y una forma a la soberbia menos obstinada.

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