Sobre Irán – análisis de Hamid Dabashi

[Bismillah al rahmán y rahim,

ofrezco mi traducción del siguiente artículo sobre el poder del pueblo iraní escrito por Hamid Dabashi. Viene introducido por la presentación de la autora del blog al-falasteeniya, de donde lo he sacado y traducido del inglés.]

Sobre Irán

Un análisis muy interesante de la situación de Irán, por Hamid Dabashi. He estado esperando pacientemente una voz de la sabiduría que me llegara atravesando el frenesí de los medios de comunicación de twitter / EE.UU. Sólo puedo esperar que esta ola de activismo se extienda a lugares como Egipto, Jordania y Arabia Saudita. Al fin y al cabo, fueron activistas egipcios quienes utilizaron facebook para organizar mítines, etc., en 2007 (¿o era en 2008?). Tengan la seguridad, sin embargo, de que si esas protestas sucediesen en el mundo árabe, la respuesta de los gobiernos no sería menos violenta que la del régimen iraní. Y como estoy seguro de que todos ustedes saben, la reacción americana sería radicalmente diferente.

Asegúrense de leer hasta el final, he resaltado las partes que más me han llamado la atención…



El poder del pueblo


Las elecciones iraníes demuestran que la voluntad democrática del pueblo ya no puede ser ignorada, escribe Hamid Dabashi *

Khonak un qomarbazi keh bebakht har cheh budash,
Benamand hichash ella Havas e qomar e digar.
[Suerte tiene el jugador que perdió todo lo que tenía,
No le queda nada más que la urgencia de instar a otro juego]
Poeta persa anónimo.


La elección presidencial iraní de junio de 2009 pasará a la historia como una de las más hermosas manifestaciones de la indomable voluntad de un pueblo por conseguir instituciones democráticas duraderas. Los atribulados guardianes de la República Islámica, a pesar de ser completamente conscientes de su propia falta de legitimidad, se apresuraron en aprovechar la ocasión para justificar su gobierno ilegítimo. Se equivocan. Este no fue un voto a favor de su legitimidad. Se trata de un voto en contra, aunque, dentro de la fortaleza medieval jurídica, han construido una ciudadanía en torno a los conceptos y principios de una república libre y democrática. La débil «oposición» a los clérigos afincada en el extranjero también se apresuró a criticar a los participantes en las votaciones, insistiendo en un cambio de régimen, mientras que más del 80 por ciento de los votantes participaba voluntariamente en la elección. Ambas interpretaciones desesperadas, apresuradas y banales de la elección, basadas en posicionamientos ruinosos, son falsas.

Vamos a comenzar con los perdedores de esta campaña presidencial. El perdedor más importante de la campaña presidencial iraní de junio de 2009 es Alí Jamenei, guía supremo, y la velayet-e faqih. Si esta elección, refiríendonos al proceso de la elección y no a su resultado fraudulento, demostró algo, tiene que ser que la nación no es lo suficiente safih (indigente) como para una necesitar a un faqih (sabio) supremo para que la guíe. Esta elección puso de manifiesto la madurez política de una nación que puede ahora permitirse regresar a sus propios dispositivos y borrar la obscenidad de la noción misma de una velayet-faqih de su cuerpo político. La propia oficina del guía supremo es un insulto a la inteligencia democrática y a la voluntad colectiva de esta nación. Si Ali Jamenei tuviera una pizca de decencia en sus adentros, en el otoño de su patriarcado, desmantelaría esta obscena oficina para siempre, convocaría una asamblea constitucional y disolvería a las otras tres instituciones antidemocráticas de la República, la Asamblea de Expertos del Liderazgo, el Consejo de Guardianes de la Constitución, y el Consejo Consultivo del Régimen. Son los vestigios de una herencia teocrática que no tiene razón de ser en una república democrática. Los iraníes son musulmanes, la gran mayoría, y hay millones de iraníes que no son musulmanes, o son musulmanes agnósticos y no-practicantes, y nada de ello tendría que importar a la hora de establacer sus deberes y derechos como ciudadanos de una república. Al mismo tiempo que contempla la erosión de cada ápice de legitimidad que la revolución islámica obtuvo de la nación, Ali Jamenei, que pronto cumplirá setenta años, puede dejar un legado legítimo para sí mismo admitiendo que esa banalidad medieval no cabe en las aspiraciones democráticas iraníes. Es simplemente improcedente ver a personas mayores, como Mahmud Ahmadineyad o Mir-Husein Musavi, apareciendo tan obsequiosos y pelotas hacia otro hombre. ¿Cuál es la diferencia entre un Shah y un Guía Supremo? Ninguna.

Otro perdedor igualmente importante en esta campaña, a pesar de ser declarado ganador, es, en el registro de payaso populista del que hace gala, el insuperable charlatán Ahmadineyad, el hijo bastardo de la revolución islamista. En su demagogia y su fanatismo, representa la mayoría de las tendencias fascistas de la Revolución y República Islámicas. Todas las revoluciones tienen una mayor o menor dosis de populismo y demagogia mezclados con el idealismo y sus grandes aspiraciones. Lo que ha ocurrido en la Revolución Islámica es que su populismo innato se ha personificado en un demagogo que trata de mantenerse en el poder mediante la manipulación de los sectores pobres y marginados de su electorado, y mediante políticas económicas fraudulentas que dan a las personas pescado en lugar de enseñarles a pescar, entregando subsidios gubernamentales y dádivas en lugar de generar puestos de trabajo. La política económica de Ahmadineyad han sido catastrófica e institucionalmente perjudicial, provocando una inflación de dos dígitos y un desempleo endémico en una economía basada en el petróleo y a la merced de las fluctuaciones del mercado mundial, mucho más allá del control o la comprensión de Ahmadineyad. Su populismo religioso y sus alegaciones absurdas afirmando dispensaciones divinas son una burla cruel de los signos y los símbolos que las personas toman por sagrados.

El siguiente perdedor fue el equipo de la mediocre campaña presidencial de Musavi: una campaña mal aconsejada, mal preparada, sentimentalista, llena del necesario simbolismo del color pero sin sustancia, sin una plataforma articulada con claridad, sin detalles económicos, políticos o de programa para tratar de llegar a un espectro más amplio que el de su electorado. Su campaña fue demasiado elitista, vinculada en su parafernalia visual a la sensibilidad del norte de Teherán y carente de capacidad de convocatoria para una economía basada en el petróleo. Su retraso en aceptar la candidatura, sus idas y venidas con Mohamed Jatamí, sugirieron una mala preparación, al igual que su debate con Ahmadineyad. Mientras que Ahmadineyad había llegado con tablas y gráficos y expedientes, haciendo gala de su porte lumpen, pensando en sí mismo como «un hombre del pueblo», Musavi no tenía nada que ofrecer más que su educación. Se fue por las ramas, leyó declaraciones escritas en una voz apenas audible, y se quedó sin cosas que decir antes de que se acabara su tiempo. El problema con el movimiento democrático iraní no es que no esté en condiciones de producir un Obama, si ése es el modelo. Musavi hubiera podido muy bien ser un Obama iraní. El problema es que no hubo un David Axelrod o David Plouffe, algo que la campaña de Musavi necesitaba desesperadamente y faltó crudamente. Una banda de yuppies musulmanes auto-indulgentes lo rodeó sin una idea de cómo llegar a sus múltiples destinatarios. Si Musavi logró llegar a estos grupos fue gracias a que [falta una frase] ( […] compañeros de armas), por haber salvado la integridad del país durante la guerra de Irán-Irak (1980-1988). Pero se enfrentó a un nuevo Irán, una nueva generación, un electorado totalmente diferente que lo quiso y admiró a él y a su esposa Zahra Rahnavard por su valor nominal. Aunque nunca se gana una campaña con la buena voluntad. Esto no pretende sugerir que la elección no fue amañada, que pudo o no haberlo sido. Pero existen estrategias rudimentarias para llegar a diversos grupos del electorado que su campaña ignoró.

El siguiente gran perdedor en esta elección iraní fue el legado de George W Bush, es decir, la doctrina Bush-Wolfowitz. Véanse a Irak, Pakistán y Afganistán, en ambos costados de Irán y, a continuación, fíjense en Irán el 12 de junio de 2009. Millones de iraníes en una marcha pacífica, ordenada, alegre y entusiasta hacia las urnas. En cuanto supieron que sus votos habían sido robados, se echaron a las calles, lo que deberían haber hecho los estadounidenses en 2000. Junto con la doctrina de Bush y Wolfowitz, los perdedores son el Congreso de los EE.UU., y su sede en el AIPAC. Es difícil imaginar algo más transparentemente hipócrita que el Congreso de los EE.UU. En la noche antes de la elecciones iraníes, el 12 de junio, el AIPAC apretó un botón y sus chicos en el Congreso de los EE.UU. comenzaron a presionar para una resolución que impusiera sanciones económicas más severas contra Irán, sabiendo muy bien que al día siguiente esa noticia aumentaría las posibilidades de Ahmadineyad, el candidato elegido por Israel, como amablemente han reconocido funcionarios israelíes.

Son también perdedores los expatriados iraníes monárquicos, junto con todas las demás banalidades políticamente en quiebra y sus informantes e intelectuales comprados, desde Washington DC hasta California, que han creado centros vacíos de «diálogo» y/o para salvar la «democracia» en Irán. Parecían una banda de payasos después de esta insurrección desde las bases y desde dentro que lucha por los derechos democráticos.

El único ganador de las elecciones presidenciales de 2009 fue el pueblo iraní, independientemente de a favor de quién votó, unos 40 millones, de una población con derecho a voto de 48 millones, más del 80 por ciento. Esta elección demostró que la voluntad democrática de los iraníes ha madurado más allá de cualquier punto de retorno, no importa cuán violentamente los funcionarios no elegidos de la República Islámica deseen invertir ese proceso. Es demasiado tarde. Como se hizo evidente durante las elecciones presidenciales de 2009, los iraníes son perfectamente capaces de organizarse en torno a puntos de vista en competición, participar en las campañas de los candidatos de su preferencia, ir pacíficamente a las mesas electorales y emitir su voto. Ya es hora de que los clérigos chiítas se pongan a empacar sus pertenencias y vuelvan a sus seminarios, y que los charlatanes de los cambios de régimen como Paul Wolfowitz se jubilen en la ignominia, y que los intelectuales oportunistas comprados que intentan medrar en su carrera, con un grupo de reflexión u otro, en Washington DC o en la Universidad de Stanford, vuelvan al decente oficio en la enseñanza media que tenían antes.

Antes de terminar, también debo decir que un gran perdedor es Hassan Nasrallah del Líbano. Nasrallah debe saber que las raíces profundas y variadas del compromiso de los iraníes con la causa palestina y el destino de los chiítas en el Líbano se encuentran en el vasto océano de sus corazones y sus mentes, que les inculcó la leche de su madre y no el fango del bolsillo de Ali Jamenei. Los árabes en general, y los palestinos en particular, deben saber que los iraníes están mirando de cerca, y desean escuchar sus voces. Esta es la Intifada iraní. Un lema que encabeza las marchas en las calles de Teherán es Mardom Chera neshestin, Irán shodeh Felestin (¿por qué la gente está sentada con los brazos cruzados?, Irán se ha convertido en Palestina). Tanto los árabes y los musulmanes, como sus líderes intelectuales públicos, deben salir a la palestra y tomar partido a favor de esta enraizada, innata y pacífica demanda de una democracia sana y robusta.

Los chicos del AIPAC en el Congreso de los EE.UU., – los generales israelíes se pusieron todos abiertamente en el lado de Ahmadineyad -, están en la misma liga que Hassan Nasrallah.

Todos los potentados árabes y musulmanes deben saber que sus jóvenes están observando los acontecimientos en Irán con un gran interés. No se trata sólo de iraníes que se conectan a Facebook y Twitter, sino que son también sus hermanos y hermanas en todo el mundo, y en todo el mundo árabe y musulmán. Jóvenes árabes y musulmanes en todo el mundo que no son inmunes a las demandas que los jóvenes iraníes están exigiendo con un alto precio, exponiendo valientemente sus pechos desnudos contra las balas y palos de la tiranía. Se trata de una generación post-ideológica. No podrían ser menos indiferentes a las medallas políticas de sus padres. Piden y exigen los derechos humanos y civiles y los derechos de la mujer, a través de un levantamiento desde la base, totalmente legítimo, sin ceder una pulgada ante maquinaciones imperiales de los Estados Unidos o el bandolerismo colonial de Israel. Los guardianes de la República Islámica están violando el artículo 27 de la Constitución de la República Islámica. Hasta donde alcanza mi conocimiento, no se trata de una revolución para derrocar a la República Islámica. Esta es una demanda popular por los derechos civiles. Los iraníes que están siendo golpeados y disparados en las calles de Teherán no son los lacayos de los Estados Unidos. Y los potentados musulmanes y árabes medievales sí están sofocando las aspiraciones democráticas de sus pueblos. Llegará un día temible, el día en el que los jóvenes árabes y musulmanes aprendan de sus hermanos y hermanas iraníes y pidan sus derechos humanos inalienables, la libertad de reunión pacífica, la libertad de expresión, la igualdad de derechos para hombres y mujeres, la oportunidad económica, el respeto de la dignidad humana y del Estado de Derecho.


3 comentarios

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3 Respuestas a “Sobre Irán – análisis de Hamid Dabashi

  1. Ahmed

    Sr Abenyusuf: espero lea este artículo y comprenda a qué jugaron articulistas y demás, como vd, en la desligitimación de las fenomenales elecciones iraníes y sus resultados.
    Al caballero del artículo y a vd les ampara la libertad de desear lo que estimen conveniente. Igual que al pueblo iraní, por ello votó lo que votó. Espero disfrute del análisis.Note por favor cuál es el grupo más compacto de apoyo al Presidente: los jóvenes entre 18 y 24 años.

    EE.UU. quiere deslegitimar las elecciones iraníes

    Paul Craig Roberts
    CounterPunch

    Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
    ¿Cuánta atención merecen las elecciones en Japón, India, Argentina, o cualquier otro país a los medios de EE.UU.? ¿Cuántos estadounidenses y periodistas estadounidenses saben siquiera quién gobierna en otros países fuera de Inglaterra, Francia, y Alemania? ¿Quién puede nombrar a los dirigentes políticos de Suiza, Holanda, Brasil, Japón, o incluso China?
    Sin embargo, muchos saben que Ahmadineyad es el presidente de Irán. La razón es obvia. Es satanizado a diario en los medios de EE.UU.
    La satanización de Ahmadineyad por los medios de EE.UU. demuestra en sí la ignorancia estadounidense. El presidente de Irán no es quien gobierna. No es el comandante en jefe de las fuerzas armadas. No puede fijar políticas fuera de los límites establecidos por los gobernantes de Irán, los ayatolás, quienes no están dispuestos a que la Revolución Iraní sea derrocada por el dinero estadounidense en alguna “revolución” con un código de colores.
    Los iraníes tienen una amarga experiencia con el gobierno de EE.UU. La primera elección democrática, después de su emergencia de una condición ocupada y colonizada en los años cincuenta, fue invalidada por el gobierno de EE.UU. El gobierno de EE.UU. instaló en lugar del candidato elegido a un dictador que torturó y asesinó a disidentes que pensaban que Irán debía ser un país independiente y no ser regido por un títere de EE.UU.
    La “superpotencia” EE.UU. nunca ha perdonado a los ayatolás islámicos iraníes por la Revolución Iraní de fines de los años setenta, que derrocó al gobierno títere de EE.UU. y mantuvo como rehenes al personal de la embajada de EE.UU., considerada como “una guarida de espías,” mientras estudiantes iraníes reunían los trozos de documentos desmenuzados por la embajada que probaban la complicidad de EE.UU. en la destrucción de la democracia iraní.
    Los medios corporativos de EE.UU., controlados por el gobierno, un verdadero Ministerio de Propaganda, han reaccionado ante la reelección de Ahmadineyad con una serie ininterrumpida de informes sobre violentas protestas iraníes por una elección robada. Una elección robada es presentada como un hecho, a pesar de que no existe ninguna evidencia. La reacción de los medios de EE.UU. ante elecciones documentadas como robadas durante la era de George W. Bush y Karl Rove fue ignorar la evidencia de elecciones verdaderamente robadas.
    Dirigentes de los Estados títeres de Gran Bretaña y Alemania se han alineado con la operación de guerra psicológica estadounidense. El desacreditado secretario de exteriores británico, David Miliband, expresó su “seria duda” sobre la victoria de Ahmadineyad ante una reunión de ministros de la Unión Europea en Luxemburgo. Miliband, claro está, no tiene ninguna fuente de información independiente. Simplemente sigue las instrucciones de Washington y se basa en afirmaciones no fundamentadas del candidato derrotado, preferido por el gobierno de EE.UU.
    Angela Merkel, canciller de Alemania, también cedió ante la presión. Convocó al embajador iraní para exigir “más transparencia” sobre las elecciones.
    Incluso la izquierda estadounidense ha apoyado la propaganda del gobierno de EE.UU. Escribiendo en The Nation, Robert Dreyfus presenta los puntos de vista histéricos de un disidente iraní como si constituyeran la verdad definitiva sobre “la elección ilegítima,” llamándola “golpe de Estado.”
    ¿Cuál es la fuente de la información de los medios de EE.UU. y de los Estados títeres de ese país?
    Nada, fuera de las afirmaciones del candidato derrotado, al que prefiere EE.UU.
    Sin embargo, existen pruebas concluyentes de lo contrario. Un sondeo de opinión independiente y objetivo fue realizado en Irán por encuestadores estadounidenses antes de la elección. Los encuestadores, Ken Ballen del Centro por la Opinión Pública, sin fines de lucro, y Patrick Doherty de la Fundación New America, sin fines de lucro, describen los resultados de su sondeo en el Washington Post del 15 de junio. La encuesta fue financiada por el Rockefeller Brothers Fund y realizada en farsi “por una compañía de sondeos que trabaja en la región para ABC News y la BBC y que ha recibido un premio Emmy.”*
    Las conclusiones de la encuesta, la única información real que tenemos por el momento, indican que los resultados de la elección reflejan la voluntad de los votantes iraníes. Entre la información extremadamente interesante revelada por el sondeo, está la siguiente:
    “Muchos expertos afirman que el margen de la victoria del presidente en función Mahmud Ahmadineyad fue el resultado de fraude o manipulación, pero nuestro sondeo nacional de la opinión pública de iraníes tres semanas antes de la votación, mostró que Ahmadineyad ganaba por un margen de más de 2 a 1 – mayor que su margen real aparente de victoria en la elección del viernes.
    “Mientras los informes noticiosos occidentales desde Teherán en los días anteriores a la elección mostraban a un público iraní entusiasta por el principal opositor a Ahmadineyad, Mir Hosein Mousavi, nuestro muestreo científico de todas las 30 provincias de Irán, mostró que Ahmadineyad iba bien adelante.
    “La amplitud del apoyo para Ahmadineyad fue evidente en nuestra encuesta previa a la elección. Durante la campaña, por ejemplo Mousavi subrayó su identidad como azerí, el segundo grupo étnico por su tamaño en Irán, después de los persas, para atraer a los votantes azeríes. Nuestro sondeo indicó, sin embargo, que los azeríes prefirieron por 2 a 1 a Ahmadineyad por sobre MoU.S.avi.
    “Muchos comentarios han mostrado a los jóvenes iraníes y a Internet como precursores de un cambio en esta elección. Pero nuestro sondeo estableció que sólo un tercio de los iraníes tiene acceso a Internet, mientras que los votantes entre 18 y 24 años formaban el bloque de votos más fuerte a favor de Ahmadineyad entre todos los grupos de edad.
    “Los únicos grupos demográficos que en nuestro sondeo mostraron a Mousavi superando o compitiendo con Ahmadineyad fueron los estudiantes y graduados universitarios, y los iraníes con ingresos más elevados. Al realizar nuestro sondeo, casi un tercio de los iraníes tampoco se habían decidido. Pero las distribuciones de referencia que encontramos entonces reflejan los resultados entregados por las autoridades iraníes, indicando la posibilidad de que la votación no sea producto de un fraude generalizado.”
    Ha habido numerosas informaciones de que el gobierno de EE.UU. ha implementado un programa para desestabilizar a Irán. Ha habido informes de que el gobierno de EE.UU. financió atentados con bombas y asesinatos dentro de Irán. Los medios de EE.UU. tratan esos informes de un modo fanfarrón como si fueran ilustraciones de la capacidad de la Superpotencia Estadounidense de hacer entrar en vereda a países discrepantes, mientras algunos medios extranjeros ven esos informes como evidencia de la inmoralidad inherente del gobierno de EE.UU.
    El ex jefe militar de Pakistán, general Mirza Aslam Beig, dijo en la Radio Pastún el lunes 15 de junio, que información de inteligencia indisputable prueba que EE.UU. interfirió en la elección iraní. “Los documentos prueban que la CIA gastó 400 millones de dólares dentro de Irán para impulsar una colorida pero vacía revolución después de la elección.”
    Se ha informado y discutido ampliamente sobre el éxito del financiamiento por el gobierno de EE.UU. de revoluciones de color en Georgia y Ucrania, ex soviéticas, y en otras partes del antiguo imperio soviético, y los medios de EE.UU. lo han tratado como una indicación de la omnipotencia y del derecho natural de EE.UU. y algunos medios extranjeros como una señal de la interferencia de EE.UU. en los asuntos internos de otros países. Ciertamente es posible que Mir Hosein Mousavi sea un agente comprado y pagado del gobierno de EE.UU.
    Sabemos a ciencia cierta que el gobierno de EE.UU. tiene operaciones de guerra psicológica que apuntan a estadounidenses y extranjeros a través de los medios de EE.UU. y del extranjero. Muchos artículos han sido publicados al respecto.
    Hay que pensar en la elección iraní desde un punto de vista de sentido común. Ni yo, ni la vasta mayoría de los lectores, somos expertos en Irán. Pero desde un punto de vista de sentido común, si tu país estuviera bajo una constante amenaza de ataque, incluso de ataque nuclear, de dos países con establishments militares mucho más poderosos, como en el caso de Irán frente a EE.UU. e Israel, ¿abandonarías al mejor defensor de tu país y elegirías al candidato preferido de EE.UU. e Israel?
    ¿Crees que el pueblo iraní habría votado por convertirse en un Estado títere de EE.UU.?
    Irán es una sociedad antigua y sofisticada. Gran parte de la clase intelectual es laica. Un porcentaje significativo, pero pequeño, de la juventud ha sido esclavizado por la devoción occidental al placer personal, y a la absorción por sí mismo. Esa gente es fácilmente organizada con dinero estadounidense para rechazar las limitaciones islámicas y gubernamentales a la conducta personal.
    El gobierno de EE.UU. se aprovecha de esos iraníes occidentalizados a fin de crear una base para desacreditar la elección iraní y al gobierno de Irán.
    El 14 de junio, el McClatchy Washington Bureau, que a veces trata de presentar noticias reales, accedió a la guerra psicológica de Washington y declaró: “El resultado de la elección de Irán hace que el esfuerzo de acercamiento de Obama sea más difícil.” Lo que vemos en esto es la aparición de la excusa para el “fracaso diplomático,” dejando sólo una solución militar.
    Como persona que lo ha visto todo desde dentro del gobierno de EE.UU., creo que el propósito de la manipulación por el gobierno de EE.UU. de los medios estadounidenses y de los gobiernos títeres tiene el objeto de desacreditar al gobierno iraní mostrándolo como opresor del pueblo iraní y frustrador de la voluntad del pueblo iraní. De este modo el gobierno de EE.UU. prepara a Irán para un ataque militar.
    Con la ayuda de Mousavi, el gobierno de EE.UU. está creando otro “pueblo oprimido,” como en el caso de los iraquíes bajo Sadam Husein, que necesita que vidas y dinero estadounidenses lo liberen. ¿Ha elegido Washington a Mousavi, el candidato estadounidense a la elección iraní, para que se convierta en el gobernante títere de EE.UU., para Irán?
    La gran superpotencia macho está ansiosa de restaurar su hegemonía sobre el pueblo iraní, para ajustar cuentas con los ayatolás que derrocaron el régimen estadounidense en Irán en 1978.
    Ése es el guión. Lo veis a toda hora en la televisión de EE.UU.
    Hay un sinnúmero de “expertos” para apoyar el guión. Por ejemplo, entre cientos, tenemos a Gary Sick, quien antes sirvió en el Consejo Nacional de Seguridad y que actualmente enseña en la Universidad Columbia:
    “Si hubieran sido un poco más modestos y dicho que Ahmadineyad había ganado por un 51%,” dijo Sick, los iraníes podrían haber dudado, pero lo hubieran aceptado mejor. Pero la afirmación de que Ahmadineyad
    ganó con un 62,6% de los votos, “no es verosímil.”
    “Pienso,” siguió diciendo Sick, “que marca un verdadero punto de transición en la Revolución Iraní, de una posición en la que se afirma que su legitimidad proviene del apoyo de la población, a una posición que se basa cada vez más en la represión. La voz del pueblo es ignorada.”
    La única información concreta disponible es el sondeo mencionado anteriormente. El sondeo estableció que Ahmadineyad era el candidato preferido por un margen de dos a uno.
    Pero como en todo lo que tiene que ver con la hegemonía estadounidense sobre otros pueblos, los hechos y la verdad no son relevantes. Dominan las mentiras y la propaganda.
    Consumido por su pasión por la hegemonía, EE.UU. es impulsado a prevalecer sobre los demás, y que la moralidad y la justicia se vayan al diablo. Este guión que amenaza al mundo seguirá en vigor hasta que EE.UU. se vaya a la bancarrota y haya enajenado hasta tal punto al resto del mundo para que se quede aislado y despreciado por todos.

    *El informe Ballen-Doherty [en inglés] se encuentra aquí.
    Paul Craig Roberts fue secretario adjunto del tesoro en el gobierno de Reagan. Es co-autor de “The Tyranny of Good Intentions.” Para contactos, escriba a: PaulCraigRoberts@yahoo.com
    http://www.counterpunch.org/roberts06162009.html

    Y por último lea atentamente también la siguiente entrevista, para entender de dónde proceden los «reformistas»
    ¿ DE DONDE PROCEDEN LOS INSTIGADORES DE LA OPOSICIÓN A AHMADINEYAD?

    Curiosa confesión, o desliz…….. Veamos :

    Habla HANA MAKHMALBAF Directora de cine en una entrevista al Pais

    http://www.elpais.com/articulo/cultura/nos/pueden/matar/todos/elpepucul/20090912elpepicul_1/Tes

    El artículo nos dice que.. “Su padre, el guionista y director de cine, Mohsen Makhmalbaf, es el portavoz del líder opositor iraní Mir Hosein Musavi”

    Pero ella nos amplia su genealogía y los empeños en los que se ha desenvuelto su familia en los últimos años: “»La oposición al gobierno de Mahmoud Ahmadineyad es ahora todo el pueblo de Irán. Hay muchísimas Neda [una joven estudiante de filosofía, presuntamente abatida por las fuerzas de seguridad del gobierno iraní, cuya agonía fue capturada en un vídeo de 40 segundos -emitido por la CNN- y convertida en un símbolo de la oposición del país] y muchos otros dispuestos a dar la vida por nuestra libertad. Mi familia está comprometida con esa causa desde hace 30 años. No es la primera vez que intentamos ser libres, primero nos lo impidió el imán Jomeini y ahora Ahmadineyad, pero eso no va a hacer que la gente renuncie: lo intentamos hace 30 años, volvimos a intentarlo hace 12 y hace cuatro, nadie debe dudar que volveremos a intentarlo en el futuro»”

    ¿quedó claro? lo dicen ellos cuando van a Europa y se les suelta la lengua.

    Y ya que parece que a Vd le priva algun deje de izquierda, lease esto de Jaime Petras, para entender qué está pasando en Irán:

    Las elecciones iraníes: el timo del robo electoral

    (IAR Noticias) 22-Junio-09

    “Para los pobres, el cambio significa alimento y empleo, no un código más permisivo en el vestir o el ocio… La política en Irán tiene mucho más que ver con la lucha de clases que con la religión.” Financial Times, editorial (15.6.2009)
    Por James Petras (*) – Rebelión (**)
    Introducción
    No hay prácticamente unas elecciones en las que la Casa Blanca tenga algo en juego, en las que la derrota electoral del candidato pro estadounidense no sea denunciada como ilegítima por toda la élite política y de los medios de comunicación. Últimamente, la Casa Blanca y sus seguidores proclamaron que había fraude en las elecciones libres (y supervisadas) celebradas en Venezuela y Gaza, a la vez que celebraban alegremente el éxito electoral en Líbano, a pesar de que la coalición liderada por Hezbolá recibió más del 53% de los votos.
    Las elecciones iraníes del pasado 12 de junio son un ejemplo clásico: el candidato nacionalista-populista, Mahmoud Ahmadineyad, recibió el 63,3% de los votos (24,5 millones), mientras que el candidato de la oposición, apoyado por los países occidentales, Hosein Musaví recibía el 34,2% (3,2 millones). Estas elecciones alcanzaron una participación récord de más del 80% del electorado, con un número de votos provenientes del extranjero de 234.812, de los que 111.792 fueron a parar a Musaví y 78.300 a Ahmadineyad. La oposición liderada por Musaví no aceptó la derrota y organizó una serie de manifestaciones masivas que desembocaron en actos de violencia, como quema y destrucción de automóviles, bancos, edificios públicos y confrontaciones armadas con la policía y otras autoridades. Casi todo el espectro de comentaristas occidentales, entre otros los de los principales medios impresos y electrónicos, y los principales sitios Internet de tendencia liberal, izquierdista, libertaria y conservadora, se hicieron eco de la afirmación de la oposición de fraude electoral a gran escala. Los neoconservadores, los conservadores libertarios y los trotskistas se unieron a los sionistas para aclamar a los manifestantes de la oposición como avanzadilla de una revolución democrática. Demócratas y republicanos condenaron al gobierno iraní, se negaron a reconocer los resultados de la votación y dieron respaldo a los esfuerzos de los manifestantes por revocar el resultado electoral. El New York Times, la CNN, el Washington Post, el ministerio de Asuntos Exteriores de Israel y todos los líderes de las principales organizaciones judías estadounidenses pidieron sanciones más duras contra Irán y anunciaron la defunción del diálogo propuesto por el presidente Obama con Irán.
    El timo del fraude electoral
    Los líderes occidentales rechazaron los resultados porque sabían que su candidato reformista no podía perder… Durante meses publicaron diariamente entrevistas, editoriales e informes desde el terreno detallando los fallos del gobierno de Mahmoud Ahmadineyad y citando el apoyo aportado por los clérigos, ex funcionarios, comerciantes y sobre todo mujeres y jóvenes urbanos que hablan inglés, con el fin de probar que Hosein Musaví iba a ganar con toda facilidad. La victoria de éste se describía como la de las voces de la moderación, es decir, la versión de la Casa Blanca de este vacío tópico. Destacados académicos progresistas dedujeron que el recuento de los votos fue fraudulento porque el candidato de la oposición, Musaví, perdió en su propio enclave étnico azerí. Otros académicos aseguraron que el voto joven –basándose en entrevistas con jóvenes universitarios de clase media y alta de los barrios del norte de Teherán– estaban abrumadoramente a favor del candidato reformista.
    Lo que resulta asombroso de la condena occidental general de los resultados electorales por fraude es que no hay ni asomo de pruebas sobre papel o fruto de la observación presentadas antes o una semana después del recuento. Durante toda la campaña electoral, no hubo ninguna acusación creíble (o incluso dudosa) de manipulación de votos. Mientras los medios occidentales creían su propia propaganda de una inminente victoria de su candidato, describían un proceso electoral altamente competido, con encendidos debates públicos y niveles sin precedentes de actividad pública, sin ningún obstáculo para el proselitismo. La creencia en una elección libre y abierta era tan fuerte que los líderes y los medios occidentales estaban convencidos de que ganaría su candidato favorito.
    Los medios occidentales confiaban en sus reporteros que cubrían las grandes manifestaciones de los seguidores de la oposición, a la vez que ignoraban o quitaban importancia a las favorables a Ahmadineyad. Peor aún, los medios occidentales no prestaban atención a la composición de clase de las diferentes manifestaciones, sin percatarse de que el candidato presidente recibía el apoyo de la mucho más numerosa clase trabajadora pobre, los campesinos, los artesanos y los funcionarios, mientras que el grueso de las manifestaciones de la oposición estaba formado por estudiantes de clase media y alta y miembros de la clase profesional y de negocios.
    Además, la mayor parte de las proyecciones de los líderes de opinión y reporteros occidentales basados en Teherán eran extrapolaciones de sus observaciones en la capital, y pocos fueron los que se aventuraron en las provincias, las poblaciones pequeñas y medias ….
    y los pueblos, donde Mahmoud Ahmadineyad tiene su base de apoyo. Asimismo, los seguidores de la oposición eran una minoría de estudiantes fácilmente movilizables para realizar actividades de calle, mientras que el apoyo de Mahmoud Ahmadineyad contaba con la mayoría de los jóvenes trabajadores, hombres y mujeres, y amas de casa, que expresaron su opinión ante las urnas y no tenían tiempo o ganas de participar en la política de la calle.
    Una serie de expertos periodísticos, entre otros Gideon Rachman del Financial Times, afirma como evidencia del fraude electoral el hecho de que Mahmoud Ahmadineyad consiguiera el 63% de los votos en una provincia de lengua azerí, contra su oponente Musaví, de la etnia azerí. La suposición simplista es que la identidad étnica o la pertenencia a un grupo lingüístico es la única explicación posible del comportamiento electoral, y no otros intereses sociales o de clase. Una mirada más atenta al comportamiento electoral en la región de Azerbayán oriental iraní revela que Musaví ganó sólo en la ciudad de Shabestar entre las clases alta y media (y solo por un estrecho margen), mientras que fue derrotado estrepitosamente en las zonas rurales, en las que las políticas redistributivas del gobierno han contribuido a que los azeríes se librasen de las deudas, obtuviesen créditos asequibles y préstamos para los campesinos. Musaví ganó, es cierto, en la región de Azerbayán occidental, donde utilizó sus vínculos étnicos para conseguir el voto urbano. En la provincia de Teherán, densamente poblada, Musaví ganó a Mahmoud Ahmadineyad en los centros urbanos de Teherán y Shemiranat gracias a los votos de los distritos de clase media y alta, mientras que perdió por mucha diferencia en los suburbios cercanos de clase trabajadora, las pequeñas ciudades y las zonas rurales.
    El énfasis en el voto étnico, superficial y distorsionado, que aportan los colaboradores del Financial Times y del New York Times para justificar que la victoria de Ahmadineyad se debe al “robo de votos” es equiparable a la negativa deliberada de los medios de comunicación a reconocer una encuesta de opinión, rigurosa y de ámbito nacional, llevada a cabo por dos expertos estadounidenses tres semanas antes de las elecciones, que mostró que Mahmoud Ahmadineyad tenía a su favor un porcentaje de votos de dos a uno, más incluso que el obtenido en su victoria electoral del 12 de junio. La encuesta reveló que entre los azeríes Ahmadineyad superaba en una proporción de dos a uno a Musaví, demostrando así cómo los intereses de clase representados por uno de los candidatos pueden vencer la identificación étnica del otro candidato (Washington Post 15.6.2009). El único grupo que apoyó decididamente a Musaví fue el de los estudiantes y licenciados universitarios, los comerciantes propietarios y la clase media alta. El voto de los jóvenes, que los medios occidentales presentaron como pro reformistas, fueron una clara minoría inferior al 30%, pero venían de un grupo privilegiado, conocedor de la lengua inglesa y con capacidad para hacerse oír, que gozó del monopolio de los medios occidentales. Su presencia abrumadora en las noticias de prensa occidentales creó lo que se ha calificado de síndrome del norte de Teherán, en referencia al confortable enclave de la clase alta de donde vienen muchos de estos estudiantes. Aunque sepan expresarse, vistan bien y hablen inglés correctamente, fueron vencidos con claridad en el secreto de la cabina de voto.
    En general, Ahmadineyad obtuvo buenos resultados en las provincias petroleras y de la industria petroquímica, lo que podría ser un reflejo de la oposición de los trabajadores de esta industria al programa reformista, que incluye la privatización de empresas públicas. Del mismo modo, el presidente tuvo buenos resultados en las provincias fronterizas con su énfasis en el reforzamiento de la seguridad nacional ante las amenazas estadounidenses e israelíes, a la vista de una escalada de ataques terroristas patrocinados por Estados Unidos a partir de Pakistán, y de incursiones israelíes desde el Kurdistán iraquí, que han matado a docenas de ciudadanos iraníes. El patrocinio y la financiación masiva de los grupos que realizan estos ataques forma parte de la política oficial de EE UU desde el gobierno Bush, que no ha sido repudiada por el presidente Obama, al contrario, se han incrementado en el periodo previo a los comicios.
    Lo que los comentadores occidentales y sus protegidos iraníes han ignorado es el fuerte impacto que las devastadoras guerras y ocupación de Iraq y Afganistán han tenido en la opinión pública iraní. La decidida postura de Mahmoud Ahmadineyad en materia de defensa contrasta con las adoptadas por muchos de los propagandistas de campaña de la ocupación, débiles y pro occidentales.
    La gran mayoría de votantes de Ahmadineyad probablemente pensaron que los intereses de seguridad nacional, la integridad del país y el sistema de seguridad social, con todos sus defectos y excesos, estarían mejor defendidos y mejorarían con éste que con unos tecnócratas de clase alta apoyados por una juventud privilegiada pro occidental que anteponen los estilos de vida individuales a los valores comunitarios y la solidaridad.
    La demografía de la votación revela una auténtica polarización de clase que ha enfrentado a un grupo de individualistas capitalistas de alto nivel de ingreso y orientación librecambista con una clase trabajadora de bajos ingresos, defensores de base de la economía moral en la que la usura y el beneficio están limitados por preceptos religiosos. Los abiertos ataques por parte de economistas de la oposición a los gastos sociales del gobierno, el crédito fácil y las altas subvenciones para los productos básicos de alimentación no han contribuido a congraciarlos con la mayoría de los iraníes que se benefician de dichos programas. Del Estado persiste la imagen de protector y benefactor de los trabajadores pobres contra el mercado, que representa la riqueza, el poder, el privilegio y la corrupción. Los ataques de la oposición contra la intransigente política exterior y posiciones que alienan a Occidente sólo fueron bien acogidos entre los estudiantes universitarios liberales y los grupos de negocios de importación y exportación. Para muchos iraníes, el rearme militar del régimen es visto como lo que impide un ataque estadounidense o israelí.
    La escala del déficit electoral de la oposición debería indicarnos hasta qué punto está fuera de contacto con las preocupaciones vitales de su propia gente. Debería recordarles también que al acercarse a la opinión occidental se han alejado de los intereses cotidianos de seguridad, alojamiento, empleo y alimentos subvencionados que hacen la vida tolerable a los que viven por debajo del nivel de la clase media y fuera de las privilegiadas puertas de la Universidad de Teherán.
    El éxito electoral de Ahmadineyad, visto en una perspectiva histórica comparada, no debería ser una sorpresa. En competiciones electorales similares en que se han enfrentado nacionalistas-populistas contra liberales pro occidentales, los populistas han ganado. Ejemplos del pasado serían Juan Domingo Perón, en Argentina, y, más recientemente, Hugo Chávez, en Venezuela, Evo Morales, en Bolivia, e incluso Lula da Silva, en Brasil, todos los cuales han demostrado su capacidad para conseguirse en torno o por encima del 60% de los votos en elecciones libres. Las mayorías votantes de estos países prefieren la seguridad social a los mercados sin trabas y la seguridad nacional al alineamiento con los imperios militares.
    Las consecuencias de la victoria electoral de Mahmoud Ahmadineyad están abiertas a discusión. Estados Unidos puede sacar en conclusión que seguir apoyando a una minoría dotada de voz pero duramente derrotada tiene pocas perspectivas de conseguir concesiones en materia de enriquecimiento nuclear o de abandono del apoyo de Irán a Hezbolá y Hamás. Un enfoque realista sería abrir unas conversaciones amplias con Irán, y reconocer, tal como el senador John Kerry destacó recientemente, que el enriquecimiento de uranio no constituye una amenaza existencial para nadie. Este enfoque sería radicalmente diferente del de los sionistas estadounidenses instalados en el gobierno de Obama, que siguen la línea de Israel de promover una guerra preventiva con Irán y utilizar el espúreo argumento de que no hay negociación posible con un gobierno ilegítimo en Teherán, que ha robado las elecciones.
    Acontecimientos recientes sugieren que los líderes políticos europeos, y algunos de Washington, no aceptan la argumentación de los medios sionistas de que ha habido elecciones robadas. La Casa Blanca no ha suspendido su oferta de negociaciones con el gobierno recién reelegido, pero se ha centrado en cambio en la represión de los opositores (y no en el recuento de votos). Del mismo modo, los 27 países que forman la Unión Europea han expresado su “seria preocupación por la violencia” y han instado a que “las aspiraciones del pueblo iraní se cumplan por medios pacíficos y se respete la libertad de expresión.” (Financial Times, 16.6.2009, p.4). Excepto Nicolas Sarkozy, ningún líder de la UE ha puesto en cuestión el resultado de los comicios.
    El comodín en este epílogo de las elecciones es la respuesta israelí: Netanyahu ha indicado a sus seguidores sionistas estadounidenses que deben utilizar el timo del fraude electoral para ejercer una presión máxima sobre el gobierno de Obama para que ponga fin a todos sus planes de reunirse con el gobierno reelegido de Ahmadineyad.
    Paradójicamente, los comentadores de Estados Unidos –de izquierda, derecha y centro– que se han tragado el timo del fraude electoral proporcionan, sin proponérselo, a Netanyahu y sus seguidores estadounidenses argumentos y mentiras: donde ven guerras religiosas, nosotros vemos lucha de clases; donde ven fraude electoral, vemos desestabilización imperial.

    *****
    (*)James Petras es especialista de la política sionista estadounidense y analista de la prensa judía israelí y estadounidense. Es también autor de Zionism, Militarism and the Decline of US Power, Clarity Press 2008.
    (**)Traducido para Rebelión por S. Seguí
    S. Seguí es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.

    Es una verguenza que musulmanes como vd se dediquen a hacer de corifeos de golpistas, contrarrevolucionarios, terroristas y oligarcas corruptos que solo defienden su pasta y privilegios y el no acabar en la cárcel.

    Atentamente

    Ahmed Acevedo

    • Salam Ahmed,
      Mucho esfuerzo en vano, me temo, porque no necesito más información para condenar el fascismo de Ahmadineyad y su grupo de amiguetes que en nombre del islam están asesinando a opositores y torturando a intelectuales, así que no me voy a leer lo que has puesto.
      Allá tú y tu rollo pro-dictadura, yo me quedo con la defensa de la democracia y de los DDHH.
      Con la paz,

  2. Ahmed

    Hace vd bien en no informarse..pues como dice no lo necesita para creer lo que a vd le interesa creer. Pero nada de eso, ni su estulticia intelectual,ni su acomodaticia visión de la realidad, ni su melifluo discurso sionista, va a cambiar la realidad …Cuando un ser racional dice «no necesito leer esto o lo otro», y sobre todo un demócrata de su talla, lo está diciendo todo sobre el amor a la verdad y sus deseos de justicia.

    Le deseo siga por su camino, que el Islam seguirá por el suyo. Pero cuando de vd voz a cafres como el de su artículo, haga el favor de no hacerlo encabezandolo con En el Nombre de Dios, el Más Clemente, el Más Misericiordioso, de verdad que no sabe vd lo que hace. Y se lo digo con respeto, señor.

    Atentamente

    Ahmed Acevedo

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