«Exclusion does not replace exploitation; rather, it is the necessary consequence and reverse side. Relegation from the productive process in fact deprives the ‘excluded’ of any possible reappropiation of the means and ends of production. Their disarray then finds expression in sporadic explosions against the mirages of consumption, which are simultaneously symbols of their frustrated ambitions and the reigning scale of values. This rebellion is rooted in the depths of the relations of exploitation, which make social labour-time the measure of all wealth, and periodically eject the ‘losers’.»
[La exclusión no sustituye a la explotación; más bien, es la consecuencia necesaria y su reverso. El apartamiento del proceso productivo en realidad arrebata a los «excluidos» culaquier posibilidad de reapropiación de los medios y fines de la producción. Su desarraigo entonces encuentra su expresión en esporádicas explosiones contra los espejismos del consumo, que son simultáneamente símbolos de sus ambiciones frustradas y de la escala de valores imperante. Esta rebelión está enraizada en los arcanos de las relaciones de explotación, que hacen del tiempo de trabajo socializado la medida de todo bien, y que periódicamente expulsa a los «perdedores».]
Daniel Bensaïd (1995), Marx l’intempestif : trad. ingl. de Gregory Elliott, Marx for Our Times: Adventures and Misadventures of a Critique, Verso, Londres, 2002, p. 163.