Bismilah al rahmán y rahim
Los Reyes Magos del gran diario El País (de las mentiras) me han traído a mí y a todos sus fieles lectores, hombres y mujeres, muchos de nosotr@s feministas sin complejos, una tribuna agitada de Rosa Pereda, cuyo título es Minaretes, mujeres y obispos, es decir, un collar de ideas tan aproximativas que me veo en la necesidad de reírme un poco con ellas. Aparte de la intención un poco fantástica, digna de estos regalos de los Reyes Magos, de contribuir desde la tropeza argumentativa al ejercicio colectivo de más confusión sobre el feminismo, el islam en Europa, «los Estados musulmanes» (sic) y la votación gloriosa de los simpáticos suizos para la muy simbólica prohibición de la construcción de nuevos minaretes en sus santuarios patrios, que es en sí una temeridad, la inculta «escritora» y periodista que firma dicha tribuna marca el ritmo para un nuevo baile lleno de furor, y cómo no en este época de fiestas y grandes pensamientos, y acciones corporales y entusiastas, en el que se agitan impetuosas las piernas y gargantas de
Las anglomusulmanas, que también las hay, pusieron el grito en el cielo […]
Así, tan campante, una nueva nacionalidad de sujetos que gritan, no inglesas, no musulmanas, anglomusulmanas, como nuestras antologías hispanomusulmanas, ya saben, las del Al Mutamid y Ben Ammar, las de Ben Zaydún y la dichosa Wallada, el rejuvenecimiento de la terminología más rancia del arabismo en un engendro atrevidísimo («anglomusulmanas», intenten traducirlo, a ver que les sale), y pronto galaicomusulmanas, vascomusulmanas, francomusulmanas, etc. Pero no es todo, faltaba color pardo. Para animar el baile, la escritora se nos despide con la invocación mágica de otro sujeto mucho más aterrador, no por su esencia sino por sus atributos, puesto que serían algo así como feministas de la UDC/SVP, porque, recordemos, solamente ese partido que va de antisistema por la vida y derecha extrema (no a los permisos de maternidad, no a la ciudadanía para los extranjeros pobres, etc.) pidió a la ciudadanía de verdad el voto del sí a la islamofobia facilona, movilizando en exclusiva a más de la mitad de la población de ámbos sexos. Por eso, Rosa Pereda se ha hecho un lío de faldas de
el ten con ten de las feministas suizas, que no quieren minaretes en sus ciudades […]
Que no existen más que en sus discotecas fiesteras y en sus elucubraciones de periodista. Allá está todo, la sangre, los obispos, los mártires queer mezclados con más obispos, y uno de Oviedo, parece ser. Venga, que vuelva a empezar, que con tanto miedo al islam y al laicismo, nos estamos haciendo americanos. Como El País.